Tanto el transhumanismo como el posthumanismo filosófico han prestado atención a la corporalidad humana en relación al avance tecnológico.
Ambos nos “invitan” a repensar los límites de lo humano. La relevancia de la condición corpórea es uno de los focos de interés que comparten ambos movimientos, emparentados en cuanto a entender al ser humano como una “entidad abierta”.
La “libertad morfológica” nos hace pensar en la importancia del cuerpo en relación al desarrollo tecnológico, como quiere el transhumanismo.
Esta defensa de la “libertad morfológica” se funda en el derecho a modificar la propia corporalidad, mediante la utilización o no utilización de la tecnología de mejora, de extensión vital, de preservación mediante la criogenización y del volcado de la mente.
- Por “modificación corporal” entenderemos toda intervención dirigida a provocar cambios en la apariencia e integridad de vida.
Desde el transhumanismo, a la hora de defender esta “libertad morfológica” para la “modificación corporal”, se buscan estadios más elevados a nivel físico, intelectual, moral, psicológico. Por ello plantean la redefinición de “persona”.
Por “libertad morfológica” se transmite la idea del derecho al propio cuerpo, al tiempo que se recuerda que es una “propiedad”. Así se legitima la “autotransformación” tecnológica de la constitución corporal y fundaría la mejora en elecciones individuales sobre el propio cuerpo.
La identidad personal, mostrada por medio del cuerpo, entraría en los moldeable, en lo cambiable.
Se va abriendo camino a la automodificación, pero también se abre camino al desprendimiento del cuerpo.