- SANTOS MÁRTIRES en Alejandría de Egipto. Fueron torturados durante largo tiempo con múltiples y refinados suplicios, alcanzando con distintas formas de muerte la corona martirial. (257).
- San LORENZO, diácono y mártir. Quería compartir la suerte del papa mártir San Sixto II. Al recibir la orden del tirano de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó a los pobres en cuyo sustento gastó el dinero. Tres días más tarde fue quemado. (258).
- San BLANO, obispo. Dumblain, Escocia. (s. VI).
- Beato ARCÁNGEL de CALATAFINMI PIACENTINI, presbítero. Alcamo, Sicilia. Franciscano. Insigne por su austeridad de vida y su amor a la soledad. (1460).
- Beato AGUSTÍN OTA, religioso y mártir. Iki, Japón. Jesuita. Decapitado por su fe. (1622).
- Beatos CLAUDIO JOSÉ JOUIFFRET de BONNEFONT, FRANCISCO FRANGOIS, y LÁZARO TIERSOT, presbíteros y mártires. religiosos: Sulpiciano; capuchino, cartujo. Rochefort. Encarcelados en una nave durante la Revolución Francesa donde murieron por enfermedad llenos de piedad. (1794).
- Beato JUAN MARTORELL SORIA, presbítero y mártir. Valencia. San Francisco de Sales. Martirizado durante la persecución religiosa en España. Y el Beato PEDRO MESONERO RODRÍGUEZ, religioso y mártir. Soc. San Francisco de Sales, Valencia. También martirizado en esa época. (1936).
- Beatos FRANCISCO DEZEWIECKI y EDUARDO GRZYMALA, presbíteros y mártires. Dachau. El primero religioso. Fueron trasladados a un campo de exterminio al ser invadida su patria Polonia donde morirían en una cámara de gas. (1942).
Hoy recordamos especialmente al Beato JOSÉ TOLEDO PELLICER
Este sacerdote valenciano nace en Llaurí el 14 de junio de 1909, en el seno de una familia muy cristiana. Luego de ser monaguillo en su parroquia, pasó al colegio de los PP. escolapios en Alzira. Dijo en su casa que quería ser sacerdote pero le pidieron que primero hiciera el bachillerato; por fin lo dejaron ingresar en el colegio de San José de Valencia, donde hizo las humanidades. Pasó luego al seminario conciliar de Valencia. La llegada de la República y la quema de iglesias que la acompañó no mermó su decisión de ser sacerdote, manifestando que estaba dispuesto a llegar incluso al martirio. En 1934 fue ordenado sacerdote. Simultaneó el servicio militar con el cargo de capellán del colegio de Jesús-María. Luego fue enviado como coadjutor a Bañeres, donde realizó una amplia labor sacerdotal en los círculos de estudio, la catequesis, la dirección espiritual, la asistencia a la Acción Católica, etc. Era músico y organista y puso su habilidad al servicio del apostolado, organizando dos coros y cuidando mucho las celebraciones litúrgicas.
Como desde febrero se rumoreaba que iban a quemar la iglesia, los coadjutores se llevaban el Santísimo a sus casas y así, cuando el 22 de julio de 1936 le exigieron las llaves de la iglesia, no fue profanado el sacramento. Seguidamente los sacerdotes y algunos fieles consumieron las hostias consagradas. El beato José se marchó con otro sacerdote a Bocairente pero allí fueron arrestados y devueltos a Bañeres, ingresando en la cárcel. El día 27 fue la quema de las imágenes de la iglesia y los sacerdotes esperaron el martirio; por ello se confesaron el uno al otro. Al otro sacerdote lo pusieron en libertad, y a José lo dejaron salir el 5 de agosto pero a condición de irse a su pueblo de Llaurí. A los dos días de estar allí salió un bando obligando a todos los sacerdotes a presentarse y fueron enviados a trabajar al campo. A José le asignaron cortar aliagas y malezas en el monte. Debió presenciar la quema de objetos sagrados y del archivo de la parroquia. El 10 de agosto por la mañana se le hizo subir a un camión; él vio claro que era su fin y dejó sus enseres a un amigo para que se los diera a su madre. Aquel mismo día fue fusilado en El Saler de Valencia.