El transhumanismo cree en un mundo feliz, en el que, con la máxima libertad, todos alcanzaremos lo que queramos, en el que sabremos vencer el dolor y el sufrimiento, y cubriremos de este modo todas las necesidades físicas y psíquicas para tener una vida feliz.
Así, hay quien cree que el uso de las tecnologías biomédicas puede mejorar moralmente al ser humano, es lo que se llama el “Principio de Beneficencia Procreativa”.
Este “principio” defiende que, cuando sea posible tecnológicamente, los padres deberían seleccionar a sus hijos que presumiblemente vivirán las mejores vidas, de acuerdo con la información relevante disponible en cada momento.
Este “principio” establece la obligación moral de elegir las mejores características que puedan darse a la descendencia mediante la tecnología.
Jesucristo nos propone las Bienaventuranzas como la Carta Magna de la vida cristina para ser feliz.
Dios nos ha creado para El y en El hallamos la felicidad.
Conformándonos a su Palabra, nos es posible transformar en fuente de paz y en manantial de gozo las pruebas que inevitablemente forman parte de nuestra existencia terrena.
Si se hace la felicidad un ídolo, se equivoca el camino y resulta difícil encontrar la alegría de la que habla Jesús en las Bienaventuranzas.