Como otros Padres, en medio el éxito profesional y renunciando a los grandes proyectos que en una época tan agitada le esperaban, decide emprender el camino de la vida monástica.
Para ello, funda un monasterio dedicado a San Andrés en las posesiones que su familia tenía en la romana colina del Celio.
Allí pasará años felices, dedicado a la ascesis, la oración y el estudio de la Sagrada Escritura.
E igual que otros Padres, de aquella felicidad será sacado por las necesidades de la Iglesia. ´
El Papa Pelagio II le nombra diácono y, conocedor de su talento político, le envía como embajador a Constantinopla.
San Leandro, obispo de Sevilla, le pide a su vez un amplio comentario sobre el libro de Job.
Como hará toda su vida, San Gregorio compagina sorprendentemente una cargadísima agenda de gestiones con una brillante producción literaria. De hecho, “Moralia in Job”, libro lleno de sabiduría bíblica, teológica y espiritual, será uno de los grandes referentes literarios a lo largo de los siglos.