Consideramos el corazón anatómico de Jesús como símbolo del amor divino.
Los inicios de esta representación están relacionados con los escritos de Santa Gertrudis la Magna (1301).
A partir del siglo XVI es cuando se le representa llameante y radiante, rodeado de algunos atributos de la Pasión –corona de espinas, clavos, clavado con la lanza- y, a veces, con el monograma “Jesús”.
Aunque existe imágenes medievales del Crucificado con un corazón saliendo por la llaga del costado, es a partir de finales del siglo XVIII cuando aparece la iconografía de la imagen de Jesús mostrando su corazón.
Es Juan Eudes el primero en fomentar esta devoción con su ‘Oficio del Sagrado Corazón’, en 1668, y ‘La Devoción al Corazón adorable de Jesús’, 1670.
Luego, en 1672, la religiosa salesa Santa Margarita María de Alacoque tiene sus revelaciones, marcando el inicio del gran desarrollo de esta devoción e iconografía.
También es la creadora del detente.
En España y todos los países de su imperio es el P. Bernardo de Hoyos (1735), su primer propagador.
Las primeras imágenes son cardióforas, prohibidas con posterioridad, pudiéndose sólo representar el corazón sobre el pecho o como rayos de luz saliendo del pecho.
Esta advocación es propia de las salesas y muy usual entre los jesuitas a partir del siglo XIX, debido a que el director espiritual de Santa Margarita María, San Claudio de la Colombière (1682), es un jesuita que comprende la gran importancia de las apariciones y responde a la encomienda que Nuestro Señor le hace de propagar esta devoción.
Con posterioridad la Compañía de Jesús ha adoptado oficialmente la devoción al Corazón de Jesús.
Pero no olvidemos que los Pasionistas lo tienen como distintivo, tratándose de un corazón coronado por una cruz, dentro del cual están la leyenda ‘Iesu xpi, Passio’, y los tres clavos.