33. SAN JERÓNIMO – IV

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San Jerónimo volverá a Roma en 383.

Allí disfruta del favor del papa San Dámaso, quien le toma como secretario y le anima a revisar las diversas traducciones latinas de la Sagrada Escritura que circulaban en Roma, no siempre fiables.

San Jerónimo, por cuenta propia, se dedicará también a fustigar con su ardor ascético la tibieza e ignorancia que percibía en numerosos ambientes cristianos.

Como era de esperar, esta actitud le ganó muchos enemigos y algunos discípulos, especialmente un grupo de mujeres de la aristocracia romana, encabezadas por Paula y su hija Eustoquio.

A la muerte de San Dámaso, el ambiente romano le aconseja abandonar definitivamente su patria espiritual y volver a Oriente.