Tiene fuertes impulsos reformistas, y su perseverancia inflexible en la denuncia de la injusticia social, sin embargo, pronto van a desatar tensiones y le van a procurar terribles enemigos entre los altos círculos políticos y eclesiásticos de la capital del imperio de Oriente.
Víctima de intrigas, después de un juicio lleno de amaños, es depuesto como obispo y enviado al exilio.
Su partida causará un conflicto entre partidarios y detractores.
Gracias a la presión de sus amigos, san Juan Crisóstomo podrá volver a Constantinopla. Pero por poco tiempo, ya que la implacable Eudoxia conseguirá purgar a los partidarios del sirio y lo enviará, tras convencer al emperador, a un punto extremo del imperio adonde llegará agotado y enfermo. Allí morirá en 407.
Sus últimos escritos los dedicará a hablar de la Providencia, que nunca deja de premiar a sus fieles, aunque el mundo y sus partidarios los difamen.
El emperador Teodosio II traerá los restos en 438 a Constantinopla de modo triunfal. Así se intentó rehabilitar su memoria.
A partir del próximo día, igual que en su momento conocimos la situación de los primeros cristianos en Asia Menor, Roma, Norte de África, Egipto, empezaremos a descubrir la vida de los cristianos en Hispania.