Nombre que significa “Dios añada”. Esposo de la Virgen María y padre putativo de Jesús.
Sus noticias se encuentran en los Evangelios de la infancia y en los apócrifos “Protoevangelio de Santiago” y la “Historia de José, el carpintero”.
Las primeras representaciones pertenecen al mundo paleocristiano, siempre como complemento de las escenas del ciclo de Navidad y nunca como figura aislada.
Luego, al ir apareciendo el ciclo de la Infancia de Jesús y de la Virgen María, es reconocible en más escenas.
Su posición nunca es de protagonista y siempre modesta, como en segundo plano, menos en dos escenas de “El sueño de José”, en la de su Tránsito, su Coronación y Apoteosis.
Hasta el siglo IV se le representa joven y, desde el V, como hombre anciano y calvo.
Durante la Edad Media, a la vez que se exaltaba la figura de la Virgen María, hubo un verdadero escarnio a la figura de su esposo, siendo tratado en los Autos Sacramentales como un hombre torpe y ridículo.
A principios del siglo XV, el teólogo Juan Gerson, con su obra “Josephina”, las órdenes religiosas de tinte mariano y los predicadores populares serán los que lo saquen del ostracismo.
Su principal despliegue es en la Contrarreforma y gracias a las figuras de los Santos Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco de Sales, que le asignan rango de importancia en sus órdenes.
A partir del siglo XVI vuelve a recuperarse su fisonomía de hombre joven, ya sea como padre de Jesús o de carpintero.
Vestido con túnica y manto, lleva la vara florida y al Niño Jesús, ya sea en brazos o guiándolo de la mano. También aparece con una linterna o vela en la Navidad. Cuando se le caracteriza de carpintero suele estar en el Taller de Nazaret con la sierra, el martillo o la escuadra, junto al banco.
Su fiesta litúrgica del 19 de marzo se remonta al siglo XII.
Es el guardián de las primicias de la Redención.