En esta etapa cuaresmal, más enfocada a centrarnos en la vida que nos dan los Sacramentos, la vida que nos ganó Nuestro Señor, vemos este texto tan manido de Ezequiel, que consiste en la visión idílica que tuvo el profeta al contemplar como del Templo, verdadero centro del mundo, y donde habita la Gloria de Dios, salen aguas salutíferas que manan desde su “lado derecho”.
Esa visión anuncia las bendiciones espirituales y materiales que Dios podría otorgar a terrenos áridos (como podrían ser los de Palestina), y especialmente, vidas humanas, calcinadas y desérticas. Vidas sin vida, en definitiva.
Estas aguas llenan de vida, y es como si nos encontrásemos con una nueva creación.
Del mismo modo, del costado de Cristo, abierto, manó el don de la Vida Nueva que el Señor nos ha ganado con su entrega generosa. Para una nueva creación en nuestra persona, y en nuestra moral.
¿Qué son para nosotros los Sacramentos? Son los cauces que transportan hacia nosotros la vida de Cristo para llenar nuestra existencia de “abundancia sobrenatural”.
Ojalá viésemos los Sacramentos con fe, como verdaderos canales “medicinales”. Por ellos nos viene la misma vida del Cielo, la misma vida de Dios.