Durante años sigue San Atanasio envuelto en conflictos, tensiones eclesiásticas, ambigüedades episcopales, crisis sucesorias de los emperadores y destierros recurrentes.
El terremoto “arriano” seguirá fuerte hasta que Teodosio decreto la ortodoxia nicena como la única admisible en el Imperio, incluyendo el término homoousiano. Ello ocurrirá en el decreto de Tesalónica del 380.
Aún escribirá “Cartas a Serapión”, en donde leemos una importante reflexión sobre la teología del Espíritu Santo, pues no se trata de olvidarse de la divinidad del Espíritu Santo. San Atanasio siempre mantuvo la unidad dentro de la Trinidad, pero la herencia alejandrina le hace recordar la diversidad de las divinas personas y sus relaciones entre ellas.
Finalmente, destacamos su “Carta Pascual XXXIX”, en el año 367, en la que expone la tradición de Alejandría sobre los libros aceptados en el canon de la Sagrada Escritura. Ahí se recoge una de las tradiciones más antiguas de los Santos Padres sobre el canon de la Escritura.
Valiente, fuerte, fiel a la Tradición, ortodoxo, niceno, brillante teólogo y escritor, figura excepcional. Salvó, con otros, a la Iglesia de Arrio. No fue fácil.
A partir de mañana SAN BASILIO MAGNO, volvemos a Asia Menor.