“José, hijo de David, no temas”, se le exhorta a no temer por causa de la esposa; y, verdaderamente, el ánimo piadoso más teme cuanto más compadece. “José, hijo de David, no temas”, lo que ves es virtud, no crimen; aquí no encontramos una caída humana, sino una intervención divina; aquí hallamos un premio, no una pena; aquí tenemos un incremento del cielo, no un detrimento del cuerpo; aquí no estamos antes una caída de la persona, sino ante un secreto del Juez; aquí la palma del triunfador, no una pena del suplicio; no es un hurto humano, sino un tesoro divino; aquí no estamos ante una causa de muerte, sino de vida. Y, por esto, no quieras temer, ya que la que ha dado a luz para vida no merecer ser condenada.
Llamar cónyuge a la esposa es aquí Ley Divina: pues, así como es Madre permaneciendo la virginidad, así también es cónyuge estando intacto el pudor”.