Jesús nos pone de ejemplo a los habitantes de Nínive, antigua capital del imperio asirio, y una de las más importantes de Mesopotamia, y a la Reina del Sur, que fue desde Kush a escuchar, conocer, comercializar, y admirar al rey sabio, Salomón.
¿Por qué? Porque tanto los habitantes de la terrible Nínive, como la pagana Reina de Saba (también conocida de este modo) escucharon, algo que no solemos hacer. Escucharon.
En primer lugar, ¿a quién escucharon? Los ninivitas, al profeta Jonás (profeta a regañadientes y poco ejemplar por su tacañería de corazón); y la Reina, a Salomón.
¿Qué escucharon? Los primeros escucharon la conversión, y la conversión urgente, además, que estuvo pregonando Jonás durante 40 días, dirigiéndose desde el primero hasta el último, incluyendo animales y ganados, pues Nínive iba a ser arrasada. La respuesta de los ninivitas que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia (Jon 3, 8) no deja lugar a duda alguna. La predicación concisa de Jonás tuvo un efecto imponente en todos. Todos hicieron penitencia, todos se enmendaron. Todos hicieron caso, incluso, a un hombre bastante caprichoso como Jonás. Pero Dios habló por medio de él; fue instrumento para ejercer su misericordia.
La Reina de Saba escuchó las respuestas que Salomón le dio a todas sus preguntas, resolviendo todas sus dudas, incluso sobre los temas más arcanos (1R 10, 3).
Todos escucharon. Todos cambiaron.
Pero Jesús, el Hijo del Hombre (título mesiánico relacionado con la figura del “Siervo de Yahvé”, y, por tanto, título de mesías sufriente, que anuncia un futuro de gloria, pero un presente de pesares), no es escuchado. Y le duele, no en su “ego”, como diríamos de cualquiera, sino porque El es más que Salomón y más que Jonás, y los habitantes de Nínive y la Reina del Sur, por tanto, se levantarán en sentencia condenatoria contra la generación presente porque ellos sí se convirtieron por escuchar a uno y otro siendo menos que Jesús, y decidieron purificar sus vidas.
Hay que escuchar.