- CINCO SANTOS MÁRTIRES, en Tiro, Líbano. En tiempo de Diocleciano fueron azotados y luego expuestos desnudos a las fieras. Ante esa situación se mantuvieron firmes y constantes a pesar de su juventud. Uno de ellos oraba con los brazos en cruz. Finalmente, fueron degollados. (303).
- San TIRANIÓN, obispo y mártir. En Antioquía de Siria. Su sede fue Tiro. Fue desgarrado con garfios junto con el presbítero Zenobio. (311).
- San ELEUTERIO, obispo. En Tournai, Galia. (530).
- San EUQUERIO, obispo. En Brabante, Bélgica. Desterrado por Carlos Martel a causa de las calumnias de los envidiosos, siendo obispo de Orleáns, fue acogido por los monjes del cenobio de Saint-Truiden. (738).
- San LEÓN, obispo. En Sicilia. Se ocupó primeramente de los pobres. (787).
- Beata JACINTA MARTO. Aljustrel, Fátima. Siendo niña de tierna edad, aceptó con paciencia la grave enfermedad que le aquejaba y demostró una gran devoción a la Virgen María. (1920).
- Beata JULIA RODZINSKA, virgen y mártir. En Gdynia, Polonia. De la Congregación de Hermanas de Santo Domingo. Durante la ocupación nazi de su patria fue confinada en un campo de concentración, donde contraería una grave enfermedad que le causaría la muerte, no sin antes, haber consolado a las prisioneras judías también contagiadas de tifus. (1945).
Hoy recordamos especialmente a SAN SERAPIÓN
A Serapión lo prendieron en su casa, y después de maltratarlo con duros tormentos y de descoyuntarle todos sus miembros, lo arrojaron de cabeza desde el piso alto. Ni por caminos, ni por senderos, ni por calles podíamos transitar, ni de noche ni de día, sin que a todas horas y por todas partes chillaran todos que quien no cantase las palabras blasfemas debía inmediatamente ser arrastrado y abrasado. Este estado de cosas se mantuvo boyante por mucho tiempo, mas después que la revuelta se adueñó de los miserables y la guerra civil volvió contra ellos mismos la crueldad que antes emplearan con nosotros, pudimos al fin respirar un poco, aprovechando su falta de tiempo para irritarse con nosotros.
El párrafo pertenece a la misma carta a Fabio de Antioquía que envía Dionisio de Alejandría, para compartir con la Iglesia antioquena la narración de los sufrimientos y ayudarla a mantenerse en la auténtica fe. Esta carta, que Eusebio de Cesarea transcribe muy detalladamente en el libro VI de su Historia Eclesiástica, es una fuente privilegiada y casi única de un testigo contemporáneo y calificado de los hechos -ya que el propio Dionisio, aunque no murió mártir, padeció en la persecución-. Con la alusión a la guerra civil se refiere seguramente a la disputa por el poder entre Decio y Felipe, zanjada en el año 249 a favor de Decio; por lo tanto, los hechos que narra son anteriores a ese año, de allí la fecha aproximada del 248 que le asigna el Martirologio. La gran persecución de Decio, en cambio, fue dos años más tarde, en 250-251.