MI FAMILIA, MI FORTALEZA: LA AUSTERIDAD
La austeridad dentro de la familia no es un acto de conformismo, es una elección consciente en busca de beneficios familiares y una vida más plena.
La virtud de la austeridad en el hogar no se reduce a vivir con menos, sino que permite vivir con sentido. La austeridad dentro de la familia no es un acto de conformismo, es una elección consciente en busca de beneficios familiares y una vida más plena. Al limitar el consumo, aprendemos a dar valor a cada cosa, transformando nuestras decisiones y acciones en contribuciones al bien común y una vida trascendente.
Dentro del hogar, lo más preciado de la virtud de la austeridad es aprender a dar el valor que corresponde a cada cosa. Ser austero requiere un ejercicio de autoconocimiento. Nuestros actos, decisiones y compras pasan a ser algo más que la ansiedad de quien busca la satisfacción inmediata o el engaño de tapar un hueco emocional. En el camino hacia la austeridad, encontramos significado y propósito en cada elección, recordando que nuestras acciones no solo impactan en nosotros mismos, sino en toda la comunidad y en nuestra relación con lo divino. Todo adquiere un sentido, una razón de ser.
¿Qué significa realmente vivir con austeridad y cómo puede contribuir a la felicidad de nuestra familia? La clave: descubrir la verdadera felicidad en lo más sencillo.
«Tened valor para educar en la austeridad -decía san Josemaría a un grupo de familias-; si no, no haréis nada».
La austeridad, lejos de ser una restricción, embellece a quien la adopta y le proporciona paz interior. Es esa pieza pequeña pero fundamental dentro del puzzle de nuestra familia, el don del desprendimiento que nos regala una vida familiar austera. Pero no se trata solamente de reducir el consumo al máximo, sino de vivir con generosidad y gratitud. La vida nos muestra que es muy fácil distinguir la feliz belleza de quien tiene orden y serenidad interior, de aquél en quien lo exterior no está en armonía con lo interior. Se trata de un estilo de vida que nos hace mejores personas, más auténticos, puesto que nos obliga a ser más honestos con nosotros mismos y con los que nos rodean.
¿Estamos dispuestos a fomentar en nuestra familia la moderación, la templanza y la sobriedad? Este proceso exige examinar nuestras costumbres diarias y encontrar armonía entre lo exterior, nuestra casa y enseres materiales y lo interior, nuestra vida espiritual.
Beneficios de la virtud de la austeridad para nuestra familia.
Autoconocimiento y Regulación: capacita para ser dueño de uno mismo, poniendo orden en gustos, deseos y tendencias internas. Al practicar la moderación en tus hábitos de consumo, puedes fortalecer tu autodisciplina en otros aspectos de tu vida también.
Reducción del estrés financiero: La austeridad implica gastar de manera consciente. Vivir dentro de tus medios y tener un fondo de emergencia sólido puede reducir significativamente el estrés asociado con las preocupaciones financieras. La austeridad te ayuda a evitar vivir al límite de tus posibilidades económicas.
Fomenta la creatividad y reduce el capricho: Desarrolla la creatividad al aprovechar al máximo los recursos disponibles. Se aprende a usar recursos que ya tenemos y darles una nueva vida o un toque más atractivo. La belleza se encuentra en lo sencillo.
Calidad en el afecto y en relaciones humanas: fomenta el respeto y el amor dentro de la familia, al vivir de manera más presente, agradecida y consciente. Une a los miembros de la familia.
Tolerancia a la frustración: Educa emocionalmente para aceptar que no siempre podemos satisfacer todos nuestros deseos.
La austeridad dentro de nuestro hogar es una buena consejera: nos procura el equilibrio en el uso de los bienes materiales. A través de ella, encontramos la presencia divina en nuestras vidas. Abre a toda la familia hacia la verdadera alegría y plenitud espiritual.