En esa situación de precariedad que veíamos ayer, una matrona noble de Alejandría patrocinará sus estudios al descubrir su valía intelectual.
Desarrollará una carrera trepidante.
A los 18 años será designado director de la escuela catequética de Alejandría.
La responsabilidad de este cargo y el ejemplo de los mártires, a los que exhorta con ardor en la persecución de Aquila en el 210, le lleva a tomar un nuevo énfasis en el sacrificio de su vida.
Decide abandonar de cuajo todo contacto con el paganismo.
Abandona sus estudios de gramática.
Vende sus libros de autores paganos y mortifica su cuerpo.
Gestos audaces, y sin retorno. Expresivos. Sobrepasados. Pero transparentan el deseo de seguir, como su padre, el camino de los que entregan cuerpo y alma a Jesucristo en el martirio.
La responsabilidad de Orígenes se afianza cuando Demetrio, obispo del lugar, confirma su enseñanza.
En el Didaskaleion, que él dirige, será la expresión oficial de su pensamiento.