Hoy, 8 de febrero, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santa COINTA, mártir. En Alejandría de Egipto. A quien los paganos durante la persecución llevada a cabo por el emperador Decio querían obligar a adorar a los ídolos, pero ella los rechazó firmemente. Atada de pies y manos fue arrastrada por calles y plazas. (249).
  2. San EVENCIO, obispo. En Pavía. Trabajó fuerte por el Evangelio. (397).
  3. SANTOS MÁRTIRES DEL MONASTERIO DE DÍO. En Constantinopla. Fueron cruelmente asesinados por la defensa de la fe católica, con ocasión del envío de la carta del papa San Félix contra el patriarca Acacio. (485).
  4. San IACUTO, abad. En Bretaña Menor. Hermano de los santos Winwaldo y Guethnoc, que construyó cerca del mar un monasterio. (s. VI).
  5. San HONORATO, obispo. En Milán. Ante el inminente ataque de los lombardos, puso a salvo a buena parte de la población trasladándola a Génova. (570).
  6. San NICECIO, obispo. En Burgundia. (610).
  7. San PABLO, obispo. En Verdún. Habiendo abrazado la vida monástica, fue elevado a la sede episcopal de esta ciudad, en a que promovió el culto divino y la vida regular de los canónigos. (647).
  8. Beato PEDRO, llamado “ígneo”, obispo y monje. Pasó ileso por el fuego. Fue monje de Valumbrosa, y obispo de Albano. Trabajó sin tregua para restaurar la disciplina eclesiástica. (1089).
  9. San ESTEBAN, abad y fundador. En Limoges, Francia. Fundó la Orden de Grandmond, que confió a los clérigos la alabanza divina y la contemplación, dejando la administración de los asuntos temporales a la caridad de los hermanos legos. (1124).
  10. San JERÓNIMO EMILIANI, religioso. En Lombardía. Después de una juventud en la que lo dominaba la lujuria y la cólera, tras ser encarcelado por sus enemigos se convirtió a Dios, entregándose al cuidado de los más necesitados, especialmente huérfanos y enfermos. Junto con los compañeros que logró unir, dio inicio a la Congregación llamada Clérigos Regulares de Somasca, y tiempo después, mientras asistía a los enfermos en esta misma localidad, cercana a Bérgamos, contrajo la peste y falleció santamente. (1537).
  11. Santa JOSEFINA BAKHITA, virgen. Vicenza, Italia. Nació en Darfur, Sudán. Siendo niña fue raptada y vendida en diversos mercados africanos de esclavos, sufriendo dura cautividad. Al obtener la libertad, abrazó la fe e ingresó en el Instituto de Hijas de la Caridad (Canosianas). Pasó el resto de su vida en Schio. (1947).

Hoy recordamos especialmente a la Beata JOSEFINA GABRIELA BONINO

Nació en Savigliano, provincia de Cuneo, diócesis de Turín. Al trasladarse la familia a Turín, recibió la educación con las Hermanas de San José, progresando en su vida espiritual con la oración y los sacramentos. Vueltos a Savigliano, cuidó a su padre enfermo hasta su muerte y continuó sus prácticas de vida a cristiana.

A los 18 años hizo voto temporal de castidad; con el deseo de desprenderse más de las comodidades familiares, ingresó en la Tercera Orden Carmelitana y luego a la Tercera Orden Franciscana. Se dedicó a la colaboración en las obras parroquiales. Enferma de una neoplasia en la columna vertebral, se sometió a una dolorosa cirugía sin que le hiciera efecto la anestesia aplicada. Su curación se consideró milagrosa, y fue a Lourdes en acción de gracias a la Virgen. Muerta su madre, se consagró a la obra «Colombo» a favor de las niñas huérfanas de Savignano, labor que fue criticada por la «gente bien» de su pueblo natal.

Finalmente se decidió fundar un instituto religioso: las Hermanas de la Sagrada Familia, para la educación de las huérfanas, y su formación escolar y religiosa, y para el servicio de los enfermos pobres. Así, a la edad de 38 años la Superiora de su Instituto, cargo que desempeñará con prudencia y sabiduría hasta su muerte. El 8 de septiembre de 1887 recibe aprobación diocesana su Instituto, y el 6 de octubre tomó el hábito religioso y emitió los votos con 11 compañeras, y tomó el nombre de Josefina Gabriela de Jesús. Después de procurar el crecimiento de su Congregación, murió de pulmonía en Savona, conforme a su predicción, a la edad de 62 años. Sus últimas palabras «¿Ha llegado el momento? Dios mío, que se cumpla en mí tu voluntad». Luego, dijo a las hermanas: «¡Rogad por mí!».