A pesar las herejías gnósticas, los cristianos ortodoxos que tuvieron contacto con el helenismo desarrollarían a finales del siglo II la Escuela de Alejandría, una de las mayores instituciones intelectuales que desarrollaría la Iglesia naciente.
Será en Alejandría donde se desarrolle primorosamente la reflexión teológica.
Esta “Escuela” tuvo parecidos con la de San Justino, en Roma.
Su primer director fue Panteno, a finales del siglo II. Y en el siglo III destacaría Clemente de Alejandría y Orígenes.
El obispo Demetrio encargará a Orígenes que dirija la Escuela que estará en diálogo para la evangelización y la cultura.
Los obispos de Alejandría brillaron en Egipto, pero no sólo en esa capital. A lo largo del Nilo se fueron desarrollando comunidades cristianas que llevaron la fe a las partes de la población de mayor carácter egipcio, menos influidas que los alejandrinos por el helenismo.