Hoy, 9 de enero, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San EULOGIO, presbítero y mártir. Córdoba.
  2. San MARCELINO, obispo. En Las Marcas. Por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio. (s. VI).
  3. San ADRIANO de CANTORBERY, abad. En Inglaterra. Nació en África, desde Nápoles viajó a Inglaterra, donde, muy preparado en ciencias eclesiásticas y civiles, educó a un gran número de civiles. (710).
  4. San FELANO, abad. En Escocia. Notable por su vida austera y por haber vivido en soledad. (710).
  5. San EUSTRACIO, abad. En Bitinia, Turquía. Llamado “Taumaturgo”. (s. IX).
  6. San HONORATO de BUZANÇAIS, seglar. En Aquitania, Francia. Mercader de ganado, repartía su dinero entre los pobres, y pereció asesinado por unos ladrones a los que reprendía. (1250).
  7. Beata JUNA de la RENA, virgen. En La Toscana. De la Tercera Orden de San Agustín. Vivió encerrada en una pequeña celda junto a una iglesia, en la que vivía sólo para Dios. (1367).
  8. Beata MARÍA TERESA de JESÚS Le CLERC, virgen. Nancy, Francia. Junto con San Pedro Fourier fundó la Congregación de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, bajo la Regla de San Agustín para la educación de las jóvenes. (1622).
  9. Santas AGATA YI, virgen y mártir, y sus padres, mártires, y Santa TERESA KIM, viuda y mártir. En Seúl, Corea. Encarceladas, azotadas y degolladas por la fe. (1840).
  10. Beatos JOSÉ PAWLOWSKI y CASIMIRO GRELEWSKI, presbíteros y mártires. En Dachau, Alemania. Al ser invadida Polonia, su patria, fueron deportados a este campo de concentración y consumaron su martirio en la horca. (1942).

Hoy recordamos especialmente al Beato ANTONIO FATATI

Era natural de Ancona, donde nació hacia el 1410. Una vez sacerdote, se negó a ejercer el ministerio de manera mundana, como tantos de su tiempo, al contrario, desempeñó con celo y piedad su cargo de canónigo arcipreste de la catedral de Ancona. El papa Nicolás V lo hizo su capellán mayor y lo nombró canónigo de San Pedro del Vaticano. Más tarde lo mandó a la Marca de Ancona, en donde ejerció los cargos de tesorero, gobernador y vicario papal. Y lo nombró obispo de Teramo.

Pío II le mostró el mismo aprecio que su antecesor, y en 1455 lo envió como obispo auxiliar de su sobrino Francisco, obispo entonces de Siena y años más tarde papa Pío III. Y en 1463 lo nombró obispo de Ancona, sede que conservaría hasta su muerte. Cuando el papa Pío II quiso armar por sí mismo unas galeras para encabezar una cruzada, eligió el puerto de Ancona y allá se trasladó. El obispo Fatati acogió filialmente al papa en su palacio episcopal y lo atendió en todo cuanto pudo, falleciendo el papa en dicho palacio el 14 de agosto de 1464.

Los papas siguientes, Paulo II y Sixto IV, volvieron a mostrarle su aprecio, y le confiaron varias misiones que cumplió con su habitual entrega y disponibilidad. No se aprovechó de la amistad de los papas para medro personal: llevaba vida austera, piadosa, pobre, dando insigne testimonio de fidelidad al evangelio en tiempos tan poco propicios. Por ello a su muerte, el año 1484, lo rodeó enseguida la fama de santo.