Consideración sacerdotal
“No se puede hacer de la vida una eucaristía si no hay totalidad. El sacerdote debe adherirse con todo su ser, su alma, su cuerpo, su afectividad y su intelecto. Y estar adherido implica no algo momentáneo o temporal, sino algo definitivo, de tal forma que en las palabras de San Agustín resuenen las de San Pablo: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?” (8, 35). Y si la vida del sacerdote se ha hecho verdaderamente eucaristía, la respuesta a la pregunta retórica de San Pablo es: “Nada”. Nada puede separar al sacerdote del amor de Cristo, pues se encuentra totalmente unido a él y ha hecho de su vida una configuración total con Cristo.
Por otro lado, el resultado de hacer de la propia vida sacerdotal una eucaristía es la plenitud. La vida del sacerdote debería estar completa, pues en ella no hay espacio interiores espirituales o afectivos que estén vacíos”.
(P. Enrique Eguiarte, O.S.A.).