- San SILVESTRE I, papa. Con piedad rigió la Iglesia durante muchos años. En el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como verdadero Hijo de Dios. (335).
- Santas DONATA, PAULINA, ROGATA, DOMINANDA, SERÓTINA, SATURNINA e HILARIA, mártires. En Roma. (s. inc.).
- Santa COLUMBA, virgen y mártir. En la Galia. (s. IV).
- San ZÓTICO, presbítero. En Constantinopla. Se preocupó de alimentar huérfanos. (s. IV).
- Santos MELANIA LA JOVEN y PINIANO, esposos. Dejando Roma, fueron a Tierra Santa. Allí llevaron una vida religiosa. Ella con otras mujeres, y él con otros monjes. (439).
- San BARBACIANO, presbítero. En Rávena. (s. V).
- San MARIO, obispo. En Lausanne, Suiza. Edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres. (594).
- Beato ALANO de SOLMINIHAC, obispo. En Cahors, Francia. Con sus visitas pastorales trabajó para enderezar costumbres. (1659).
- Santa CATALINA de LABOURÉ, virgen. París. De manera singular honró a la Inmaculada, y brilló por su sencillez, caridad y paciencia. (1876).
Hoy recordamos especialmente a SAN FRANCISCO de REGIS
Nació el 31 de enero de 1597 en una pequeña aldea de la región de Languedoc en Francia. Estudió en un prestigioso colegio jesuita de la ciudad de Béziers desde 1611 y después ingresó a la Congregación Mariana (hoy Comunidades de Vida cristiana, CVX).
El apostolado entre los humildes lo obligó a preguntarse sobre su futuro. Empezó a reflexionar y discernir su vocación hasta que entendió que el Señor lo había llamado a consagrar su vida a través del sacerdocio.
El 8 de diciembre de 1616, a los 19 años, ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Toulouse. Allí demostró tal fervor que uno de sus compañeros llegó a declarar: «Juan Francisco se humilla él mismo hasta el extremo, pero demuestra por los demás un aprecio admirable”.
En 1631, a los 33 años, fue ordenado de sacerdote y al año siguiente lo destinaron a un trabajo que estaba muy de acuerdo con sus aspiraciones y con su fuerte constitución física: dedicarse a predicar misiones entre el pueblo.
Se desarrolló en este trabajo con tal energía que sus compañeros exclamaban: «Juan Francisco hace el oficio de 5 misioneros». En 43 años de vida, 24 como religioso, 10 como sacerdote y 9 como misionero popular, logró inmensos éxitos y tuvo el mismo calificativo en todos los sitios donde estuvo predicando: «el santo».
También estableció refugios para prostitutas y trabajó con las víctimas de la plaga en Toulouse. Estableció la Confraternidad del Bendito Sacramento; y recaudaba dinero y comida de la gente próspera para dársela a los pobres.
El santo falleció en 1640 e inmediatamente comenzó la devoción popular hacia él.