Hemos repasado estos días pasados de la Ferias Mayores, las antífonas que ilustran las Vísperas, y dentro de la Vísperas, la recitación o canto del “Magníficat”.
A cada día de las Ferias Mayores, corresponde su antífona, la “antífonas de la O”.
Todas ellas, repasadas al revés de su orden cronológico, diríamos, usando la primera letra de la palabra, y leída al revés, forman el acróstico E.R.O. C.R.A.S.
Este acróstico leído directamente, tal como suena, “ero cras”, significa en latín, “seré mañana”, o glosando un poco la traducción, “vendré mañana”; esto es, las antífonas encierran en sí mismas un mensaje escatológico de seguridad en la Venida del Mesías, y de su retorno glorioso. La Palabra es eficaz siempre, al partir del mismo Dios, y la cumple a su tiempo.
El Niño-Dios es ese “cras”, ese mañana que va a llegar con un nuevo día, con una “nueva era”, que se hará “hoy” el día de Nochebuena y Navidad, y que celebraremos con gratitud, aguardando que el Señor vendrá a consumarlo todo al final de la Historia, en el “cras” hacia el cual seguimos mirando, hacia lo prometido no consumado todavía.
“Sí, vengo pronto. Amén, ¡Ven, Señor Jesús! (Ap 22, 20).
Así termina el último libro de la Sagrada Escritura, el Apocalipsis, en su penúltimo versículo, alimentando la esperanza del encuentro supremo cara a cara con el Señor en la Parusía.