Come veíamos ayer, este obispo asiático ejerció su ministerio episcopal en las Galias.
Antes, siendo sacerdote, viajó a Roma dos veces.
La primera se entrevistó con el Papa Eleuterio al que llevó una carta de los mártires de Vienne.
La segunda, ya obispo, acudió al encuentro del Papa Víctor a fin de defender las tradiciones propias de la cultura asiática con respecto a la Pascua, sin perder por ello la unidad plena con la Iglesia de Roma. De ahí que se le llame DOCTOR UNITATIS, pues promovió la unidad entre las diversas culturas cristianas y unidad entre las diversas comunidades y el papa, que preside la de Roma en la caridad.
La Iglesia lo proclamó Doctor en reconocimiento a sus escritos teológicos.
Sólo tenemos completas dos de sus obras.
La más relevante es el tratado monumental “Contra las herejías”, organizado en cinco libros, que supone la más importante reflexión teológica de todo el siglo II, y posiblemente de toda la teología asiática.
La otra que se conserva es considerada una pequeña joya “Demostración de la predicación apostólica”, donde expone con profundidad los elementos básicos de la fe recibida de los Apóstoles por Tradición.
Del resto de su obra no se conserva nada.
Tampoco es segura la fecha de su martirio, en torno al año 202 a manos de la persecución de Septimio Severo.