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En esa demostración genial, San Justino expone que Cristo, como Palabra/Verbo del Padre, es quien dialoga con los grandes personajes del Antiguo Testamento en las apariciones de Dios (con Abraham, con Jacob, con Moisés).
Además, las palabras y los sucesos del Antiguo Testamento son IMÁGENES (TYPOS, en griego) que dejan vislumbrar lo que Cristo traería ya con toda claridad. Es lo que se llama INTERPRETACIÓN TIPOLÓGICA de la Sagrada Escritura, es decir, buscar el sentido de las Escrituras a la luz de Cristo. Por ello, el cristianismo mantendrá el canon judío en su propia Biblia. Son libros cristianos porque en ellos está Cristo “sembrado”, aunque oculto para quien no sabe interpretarlas la Sagrada Escritura.
San Justino ha sido el primero en exponer esta visión de las figuras de Cristo en el Antiguo Testamento que se revelará fundamental en el futuro.
San Justino es el primero de los grandes Padres Teólogo que nos deja su testimonio persona de fe en la verdad suprema de Cristo, y es el primero que une en su persona las categorías de filósofo y mártir.
Su valor y su fidelidad a Cristo son todavía más llamativos que su brillante sabiduría, su magnífica capacidad literaria y su audaz intuición intelectual. Cristo es semilla contenida en la Escritura Santa para todo el Universo.
El próximo día empezaremos a conocer a uno de los más grandes, hablamos de SAN IRINEO de LYON