A la vista de las intoxicaciones que hemos visto en las pasadas entregas, los Santos Padres reaccionarán con seriedad esforzándose en desenmascarar las doctrinas gnósticas y en refutarlas.
Sólo así podían salvar a muchos creyentes sencillo de caer en los lazos de estas doctrinas tan sugerentes.
Estas doctrinas eran seductoras porque estaban muy acomodadas a la cultura mundana helenística (era la cultura global que dominaba en los orígenes del cristianismo) y tenían un ropaje de multiculturalismo y diversidad sincretista muy atractivo, pues AMALGAMABAN a los conceptos helenísticos otros provenientes del judaísmo, cristianismo y provenientes de las espiritualidades orientales, que se estaban poniendo de moda.
Además, daba prestigio social pertenecer a alguna de las familias gnósticas, pues se le consideraba un ‘iluminado’ por su ‘chispa interior’; era un elegido que se había decidido por su salvación.
Detrás de la gnosis había tradiciones secretas, pero auténticas, de modo que se sentían justificados para predicar a Cristo. Éste es uno de los aspectos más a reseñar. Entendían, que detrás de cada secta gnóstica estaba la fundación por parte de un Apóstol (Tomás, Felipe, Judas…) los cuales habrían transmitido al iniciador de la secta unos conocimientos secretos (ESOTÉRICOS) que sólo podían conocer los elegidos que se incorporaban a ella. Esto era realmente tentador, pues daba sensación de privilegiado al tener contacto con unos conocimientos secretos que ya no sólo provenían de un Apóstol, sino del mismo Cristo