Tiempo que dura desde el primer domingo de Adviento hasta el 24 de diciembre, a la tarde.
Tiempo que nos hace revivir la ‘no-presencia’ de Cristo, Mesías prometido, entre nosotros.
Con espíritu de penitencia y oración aguardamos al Mediador, al Dios hecho hombre, preparándonos para su venida en carne mortal, y también para su segundo advenimiento como nuestro Juez.
Las misas, y la espiritualidad de estos días, combinan las llamadas fuertes a la vigilancia y a la sobriedad con la alegre esperanza. Por ello, omitiéndose el canto del ‘Gloria’, se mantiene el ‘Aleluya’.
La idea del Adviento es vivir con atención, y hacer propio en nuestros deseos más sinceros, el ‘VEN, SEÑOR JESÚS’. Hemos de prepararnos para rememorar la primera venida de Jesucristo a la Historia, por eso haremos nuestras las insistencias de los Profetas que mantuvieron en vilo al pueblo durante siglos ante la futura inauguración de los tiempos mesiánicos. Preparar la rememoración de algo pasado, nos ayudará a preparar la promesa de algo futuro: LA PARUSÍA, o RETORNO GLORIOSO DE CRISTO, su segunda venida con Majestad de Juez Supremo.
Abramos nuestras almas durante este tiempo con la penitencia para que Jesús, el Mesías, nazca místicamente en ella, y contemplemos, como si fuese la primera vez, el Nacimiento del Salvador.