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La obra que comentamos, aun llevando el nombre de “Epístola”, no es considerada verdaderamente una “carta”. Se la considera, más bien, un pequeño tratado escrito en forma de carta. Tiene muchos paralelismos con las cartas, por ejemplo, de San Pablo: una parte doctrinal y parte moral. Pero falta el hecho de dirigirse a una comunidad y de saludarla.
La fecha de composición se estima posterior a la muerte de San Bernabé, pues se sitúa a finales del siglo I, o muy a comienzos del siglo II. Por la tanto, sería coetánea a San Ignacio de Antioquía, más que de los propios Apóstoles. Coincidiría con la “Didajé”, o sería algo posterior a la misma.
Por tanto, los investigadores, en atención a que recoge datos de la vida del compañero de fatigas de San Pablo y de sus enseñanzas, han decidido llamarla “Epístola del pseudo-Bernabé”.
Aun así, fue muy respetada por los primeros cristianos. Se intentó incluirla en el canon, pero se desestimó el intento por no poder asegurarse la autoría de San Bernabé, y pasó a ser considerada “apócrifa” (escrito respetable por su contenido, pero no procedente de los Apóstoles.
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