Se pueden señalar cuatro características del mandato misionero de Jesús: el universalismo de la misión; la presencia permanente de Cristo resucitado; la fuerza del Espíritu Santo para cumplir la misión; la urgencia o necesidad de cumplir la misión encomendada.
No es un “mandato” a modo de imposición, sino la COMUNICACIÓN de una urgencia misionera que procede del amor fontal del Padre y constituye la naturaleza misma de la Iglesia, la cual está llamada a anunciar a Cristo a todos los pueblos.
Cristo resucitado se hace el encontradizo para encargar a los suyos que vayan a anunciar este encuentro y que lo hagan posible en todos los demás. Los “enviados” no pueden olvidar el punto obligado de referencia: UN ENCUENTRO CON CRISTO RESUCITADO, NO UNA TEORÍA SOBRE LA MISIÓN. Este encuentro personal con Cristo contagia de su misma actitud relacional y amorosa.