- San JOSUÉ, hijo de Nun, siervo del Señor. Introdujo al Pueblo en la Tierra Prometida.
- San SIXTO, obispo. Reims, Galia belga. Primer obispo de la ciudad. (s. III).
- San PRISCO, mártir. Capua. (s. IV).
- San TERENCIANO, obispo. Todi. (s. IV).
- San VICENTE, obispo y mártir. Dax, Aquitania. (s. IV).
- Santa VERENA. Zurzach. (s. IV).
- San VICTORIO, obispo. Cenomanum, Galia Lugdunense. (490).
- San CONSTANCIO, obispo. Lacio. Tuvo el don de profecía. (570).
- San GIL, ermitaño. Nimes, Galia narbonense. Erigió un monasterio y en él falleció. (s. VI).
- San LUPO, obispo. Sens, Neustria. Desterrado por haber dicho ante un jefe local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes. (623).
- San GIL de CASAYO, monje. El Bierzo. Después de fundar monasterios y ser ejemplo para otros monjes, murió como ermitaño. (s. XII).
- Beata JULIANA de COLLALTO, abadesa. Venecia. Benedictina. (1262).
- Beata JUANA SODERINI, virgen. Florencia. Terciaria servita. Preclara por su oración y austeridad de vida. (1367).
- Beato ALFONSO SEBASTIÁ VIÑALS, presbítero y mártir. Valencia. Asesinado por odio a la fe. (1936).
- Beatos PEDRO RIVERA, presbítero, y MARÍA del CAREMEN MORENO BENÍTEZ y MARÍA del REFUGIO CARBONELL MUÑOZ, vírgenes; mártires. Barcelona. El primero, franciscano; y las segundas, salesianas. Asesinados por odio a la fe. (1936).
Hoy recordamos especialmente a los Beatos CRISTINO ROCA HUGUET, presbítero, y ONCE COMPAÑEROS
Se conmemora hoy el martirio de doce religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios que fueron inmolados por su condición de católicos y religiosos en las cercanías de Madrid el 1 de septiembre de 1936. Pertenecían a la comunidad del instituto-asilo San José, de Carabanchel Alto, institución dedicada a enfermos epilépticos, y en la que radicaba la Escolanía Apostólica. El instituto, situado en medio de extenso pinar, en las afueras de Madrid, pudo soportar las difíciles circunstancias de 1936 hasta que, declarada la guerra el día 18 de julio, se recibió el día 29 la visita de un grupo de milicianos que rodearon la casa y exigieron a los religiosos se concentraran en una sala, mientras ellos procedían a un riguroso registro que duró tres horas, alegando que buscaban armas. Cuando éstas no aparecieron por ninguna parte se marcharon, pero exigieron que cesara todo acto de culto o manifestación religiosa, debiendo retirarse de la iglesia todas las imágenes, y debieron los hermanos reunirse en el sótano de la ropería para poder efectuar sus rezos. Así estuvieron un mes entero, sin dejar -tal como era la consigna del P. General de la Orden- la atención a los enfermos. Pero el 29 de agosto llegó el alcalde de Carabanchel con el secretario y varias personas armadas y comunicaron a los hermanos que cesaban en la dirección del instituto, les exigieron la entrega de los libros de la administración y el dinero, y avisaron a los hermanos que deberían marcharse pero que ellos les dirían cuándo. El día 1 de septiembre estaban los hermanos en las enfermerías disponiendo la comida de los enfermos cuando llegó otro grupo de hombres armados con orden de llevarse a los hermanos. Los religiosos fueron arrestados del peor modo, cacheados y obligados a subir a un autocar. Éste tomó la carretera de Boadilla del Monte y llegó al llamado Charco Cabrera. Aquí se les hizo bajar del autocar y se les alineó, fueron seguidamente fusilados y arrojados a una fosa. Cuando los hermanos vieron que se les iba a matar gritaron vivas a Cristo Rey.