- San BARTOLOMÉ, apóstol. Identificado como Natanael. Nacido en Caná de Galilea. Es tradición que predicó en la India. (s. I).
- San TACIÓN, mártir. Grecia. (s. inc.).
- San AUDENO, obispo. Clichy, París. Obispo de Rouen, que, desde el cargo de refrendario del rey Dagoberto, fue elevado al episcopado y gobernó felizmente su Iglesia a lo largo de cuarenta y tres años, durante los cuales fundó muchísimos templos y favoreció la construcción de monasterios. (684).
- San JORGE LIMNIOTA, monje y mártir. Olimpo, Bitinia. Deploró la impiedad del emperador León III por haber ordenado destruir las sagradas imágenes y quemar las reliquias de los santos, y debido a estos reproches, por orden del emperador le amputaron la nariz y quemaron la cabeza. (730).
- Beato ANDRÉS FARDEAU, presbítero y mártir. Angers. Decapitado por quienes odiaban el sacerdocio. (1794).
- Santa JUANA ANTIDA THOURET, virgen. Nápoles. En esta ciudad prosiguió la vida religiosa interrumpida por la Revolución Francesa, junto con algunas compañeras, y tiempo después, en Besanzón dio comienzo a una nueva sociedad de Hermanas de al Cariad, dedicadas a asegurar la formación civil y cristiana de la juventud, la atención a los niños abandonados, a los pobres y a los enfermos, terminando finalmente sus días extenuada por las tribulaciones soportadas. (1826).
- Beata MARÍA de la ENCARNACIÓN ROSAL, virgen y fundadora. Tulcan, Ecuador. Fundó la Congregación de Hermanas Betlehemitas, con el fin principal de reivindicar la dignidad de la mujer y formar cristianamente a las niñas. (1886).
- Beato MAXIMIANO BINKIEWICZ, presbítero y mártir. Munich. Fue deportado por los nazis desde Polonia a Alemania. Murió extenuado por las torturas y los suplicios. (1942).
- Beatos CESLAO JÓZWIAK, EDUARDO KASMIERKI, FRANCISCO KESY, EDUARDO KLINIK y IAROGNIEVO WOJCIECHOSWSLCI, mártires. Dresde, Alemania. Los cuales, polacos de nacimiento, detenidos y encarcelados durante la persecución, consumaron el martirio a golpes de hacha. (1942).
Hoy recordamos especialmente a SANTA EMILIA de VIALAR
Santa Emilia consagra su vida a los pobres que acoge en su casa, implicando incluso a algunas compañeras, en una verdadera y propia organización de caridad. Junto a ellas, en 1832, inaugura en Gaillac, una nueva forma de vida religiosa dedicada al servicio de todas las miserias, y a la instrucción de las niñas. El soporte por parte del arzobispo de Albi, François-Marie de Gauly, dará al Instituto de San José de la Aparición una proyección tal, que en poco tiempo se difundirá por todos los continentes. En 1951, la Iglesia la proclama santa y su cuerpo es transferido a Gaillac en 1972, y ofrecido a la veneración de los cristianos en la tierra que la vió nacer.
Emilia de Vialar muere el 24 de agosto de 1856, día en el cual se la celebra en Marsella, donde trabajó por tanto tiempo. Fundó su congregación en la navidad de 1832. Con el pensamiento de difundir el Evangelio en los países más lejanos, fundó la Congregación de las Hermanas de San José de la Aparición y a pesar de las dificultades, las persecuciones y la pobreza, consiguió fundar 42 casas desde África del Norte hasta Birmania, confiriendo así un notable desarrollo a su instituto.