LA ANCIANIDAD EN LA SAGRADA ESCRITURA

by AdminObra

Al hilo de esta jornada en honor a los abuelos, y a los ancianos, nos acercamos a algunas consideraciones que nos ofrece la Sagrada Escritura sobre la vejez.

Sabemos que vivir largo tiempo es el deseo de cualquiera. Pero si la vejez puede ser rica en experiencia, también puede ser pesada para el gastado por la edad y que va perdiendo la paciencia.

La vejez puede ser simultáneamente el descenso hacia la muerte y el progreso hacia la felicidad eterna.

La vida es un don de Dios; una larga vida es por tanto deseable; es prometida en la Biblia quien honra a sus padres. Es una corona para el justo, que puede morir en paz tras una vida llena de esfuerzo y lucha. Pero también se puede contemplar la muerte como una libración cuando el anciano siente declinar su vigor y nota que nada tiene ya sabor para él.

En la Biblia se ve a los ancianos al frente de las comunidades. Son un referente de autoridad. Las canas siempre merecen respeto. El anciano, por su experiencia y sabiduría, puede hablar con propiedad siempre. Debe hacerlo con discreción.

Es cierto que hay ejemplos escandalosos de algunos ancianos que se han comportado ignominiosamente. Y vemos a los “ancianos” de Israel entregar al Señor a la muerte. Por tanto, los años no son suficientes para acertar siempre. No han de olvidar los mayores que el Señor quiere que seamos como niños. Y la sabiduría, fruto de la experiencia, es también un don que pueden acoger los jóvenes.

San Pablo da consejos a los ancianos, ya desde su propia ancianidad. Y desde su gracia de Dios.

Finalmente, la vejez es símbolo de la eternidad; el Dios Eterno se aparece a Daniel bajo el símbolo de un anciano, y en el libro del Apocalipsis los veinticuatro ancianos simbolizan la corte de Dios que canta eternamente su gloria.