Hoy, 22 de julio, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santa MARÍA MAGDALENA. Liberada por el Señor de siete demonios, se convirtió en su discípula. Lo siguió hasta el Calvario. Fue la primera que vio al Señor resucitado. Llevó la noticia de Jesús resucitado a los Apóstoles.
  2. San PLATÓN, mártir. Ankara. (s. III).
  3. Santos MÁRTIRES MASILITANOS. Mauritania. (s. IV).
  4. San CIRILO, obispo. Antioquía de Siria. Encarcelado y desterrado en tiempo de Diocleciano. (306).
  5. San ANASTASIO, monje y mártir. Cáucaso. Discípulo de San Máximo, el Confesor. Por defender la ortodoxia sufrió cárcel y torturas. Murió camino de la fortaleza de Schemaris. (662).
  6. San VANDREGISILO, abad. Neustria. Habiendo renunciado a vivir en la corte con el rey Dagoberto, hizo vida monástica en varios lugares, y promovido al sacerdocio por San Audeno, obispo de Rouen, en el bosque de Gemeticense fundó y rigió el monasterio de ese mismo nombre, el de Fontenelle. (668).
  7. San MENELEO, abad. Galia Arvernense. (700).
  8. San JERÓNIMO, obispo. Pavía. (s. VIII).
  9. San GUALTERIO. Lombardía. Fundador de la Casa Hospital de la Misericordia. (1224).
  10. Santos FELIPE EVANS y JUAN LLOYD, presbíteros y mártires. Cardiff, Gales. Jesuita el primero. En tiempo de Carlos II fueron ahorcados al descubrirse que ejercían el sacerdocio en su patria. (1679).
  11. Beato JACOBO LOMBARDIE, presbítero y mártir. Rochefort. Sacerdote de Limoges. Por ser sacerdote fue encarcelado en una pequeña nava, en condiciones insalubres. Murió enfermo. (1794).
  12. Santos ANA WANG, virgen, LUCÍA WANG WANGZHI y su hijo ANDRÉS WANG TIANQING; mártires. Hebei, China. Asesinados por el Yihetuan. (1900).
  13. Santa MARÍA WANG LIZHI, mártir. Hebei. Algunos paganos quisieron salvarla intentando que ella no se confesase cristiana; pero ella afirmó abiertamente que lo era. Fue ejecutada de inmediato. (1900).

Hoy recordamos especialmente al Beato AGUSTÍN de BIELLA FANGI

Agustín Fangi nació en 1430, en Biella, ciudad del Piamonte, e ingresó en el convento de los dominicos de la misma ciudad. Pasó la vida oscuramente, consagrado a la exacta observancia de sus deberes de religioso. Durante largo tiempo le afligió una penosa enfermedad, cuyas curaciones la hacían aún más penosa. La paciencia con que el beato soportó sus sufrimientos fue la admiración de los médicos y de sus hermanos. Agustín fue superior de varios conventos sucesivamente, se mostró muy hábil en el gobierno y restableció la disciplina donde había decaído. El éxito de su predicación y la fama de sus milagros le dieron una notoriedad que le era particularmente desagradable. Tras de soportar algún tiempo, con humildad y paciencia las atenciones que le prodigaba el pueblo, el P. Agustín obtuvo por fin, el permiso de retirarse al convento de Venecia, donde pasó en el recogimiento los últimos diez años de su vida. Murió el 22 de julio de 1493. Sus últimas palabras fueron: «¡Alabado sea Dios! ¡Alabado sea el Altísimo!»