SAN PABLO (Paulus), era judío de cultura griega y nacionalidad romana, nacido en Tarso de Cilicia hacia el año 10. De nombre Saulo. Joven fariseo, se destaca por su radicalidad y por su encarnizada persecución de los primeros cristianos.
Yendo de camino de Damasco, hacia el año 35, experimenta una visión del Señor Jesús y se convierte, transformándose en el personaje más importante del cristianismo tras el mismo Jesús.
Desde ese momento, cambia su nombre por el de Pablo (Paulus, pequeño).
Su principal labor es la de predicar el Evangelio a los gentiles –no judíos-, enfrentándose a los cristianos y siendo perseguido por judíos, griegos y romanos, encarcelado, juzgado y martirizado por decapitación en Roma, hacia el año 64.
Su ICONOGRAFÍA se remonta al siglo IV. Aunque no es uno de los “Doce”, ni apóstol de Jesucristo, se le asocia desde el principio al Colegio Apostólico.
Junto a San Pedro, es el único de ellos al que se le da una mayor preponderancia en las primitivas representaciones paleocristianas.
Ambos son plasmados como representación de todo el Colegio de los Apóstoles (Princeps Apostolorum), colocados inmediatamente junto a la figura de Cristo o en escenas propias.
FIGURA: adquiere pronto un tipo determinado: calvo, con barba larga y entera de color oscura. Con el paso del tiempo, esta fisonomía se completa con una fiera robusta y terrible, que en nada responde a su verdadero físico, poco agraciado y endeble. Su indumentaria es de Apóstol, con túnica y manto, menos en la “Conversión”, en la que puede ir de soldado. Su atributo más antiguo es el libro o rollo de los Evangelios. La espada del martirio es más popular pero tardía (siglo XIII). En algunas ocasiones le acompaña una leyenda: “Vas electionis”, según el texto de Hch 9, 15: “El Señor le contestó: Vete, porque ése es para Mí un instrumento (vas) elegido para llevar mi Nombre ante los gentiles”.
Por último, dentro del arte paleocristiano, la escena más relevante es la “entrega de los Evangelios”. Pertenece al arte monumental y su vestigio más antiguo es del siglo IV. Se trata de una variante y complemento a la iconografía de la “Entrega de las llaves a Pedro”. Cristo, que acaba de entregar las llaves a Pedro, aparece de pie sobre el globo terráqueo, vestido con túnica talar y palio purpúreo, y con la mano derecha le entrega a Pablo el códice de los Evangelios.
SAN PEDRO (Petrus), apóstol. Pescador de Cafarnaum, junto al lago de Galilea. Hermano de San Andrés. Elegido por Jesucristo como primero entre los Apóstoles y roca sobre la que edifica la Iglesia.
Su nombre verdadero es Simón Bariona (aramaísmo que se traduce por “hijo de Jonás”, o de Juan). Jesús se lo camia por “Cefas”, vacoblo arameo que, aunque equivale al griego “petra” (roca), se tradujo por “petros” (piedra o guijarro), más apto para nombre de varón. En latín, Petrus, expresa la solidez de la Iglesia que sobre él se edifica. Los detalles de su persona y su vida se narran en los Evangelios y Libro de los Hechos de los Apóstoles, principalmente, aunque también son importantes las noticas de la “Leyenda Dorada”.
Tras la Ascensión de Jesús, preside la Iglesia de Jerusalén, que se va extendiendo poco a poco por todo el Mediterráneo, siendo el primer obispo de Antioquía y luego de Roma, donde muere crucificado.
Su ICONOGROFÍA se remonta al siglo IV. Junto con San Pablo, es el único de los Apóstoles al que se le da dicha preponderancia en las primitivas representaciones del Cristianismo de la Antigüedad.
Su FIGURA adquiere, pronto, una fisonomía caracterizada. En Oriente tiene cabellera rizada y en Occidente es calvo con mechón en la frente y barba corta rizada.
Su indumentaria es la toga, con la cabeza descubierta y descalzo. Desde la Edad Media se representa de Apóstol, con túnica y manto; o de Papa, con la mitra cónica o la tiara, el palio y los demás ornamentos pontificales.
La primera indumentaria se reserva para las escenas de su vida y la de sumo pontífice para las imágenes en solitario o gloriosas.
Sus ATRIBUTOS son numerosos. Las “llaves” aparecen desde el siglo V, ya sea una, dos o tres. Cuando son dos, una es de oro y otra de plata y representan la doble potestad de “atar y desatar” en el Cielo y en la Tierra. Están unidas por una cuerda o lazo porque se trata de la misma potestad. Por este atributo se convierte en el “portero del Paraíso”, “el clavijero”.
La “barca y el pez” hablan de su oficio de pescador. Y de pescador de hombres y guía de la Iglesia.
El “gallo”, generalmente sobre una columna, recuerda las negaciones. Este atributo es tardío y prolifera en el Barroco.
Las “cadenas” representan sus encarcelamientos.
La “cruz invertida”, su martirio.
Y la “cruz de tres travesaños”, la dignidad papal.