“Estemos abiertos a lo que Dios quiere de nosotros, de ti, sin ningún tipo de miedo, porque tienes muchas más garantías de ser feliz descubriendo lo que Dios ha pensado para ti, que dando cumplimiento a tus deseos. Aunque sea una creencia muy extendida, la felicidad no consiste en la ejecución de tus deseos, sino en el descubrimiento y la aceptación de la voluntad de Dios para ti, sabiendo que Dios te quiere mucho más y mejor de lo que tú te quiere a ti mismo.
Los cristianos no somos inventores, sino descubridores. Tenemos que descubrir nuestra vocación, que está inscrita en el corazón del Señor: Dios sabe lo que tiene pensado para mí y yo tengo que descubrirlo.
El designio de Dios para cada uno se va mostrando poco a poco en la vida; si uno está esperando a que le den una hoja de ruta en la que esté todo explicado, puede esperar sentado.
Tú mira hacia adelante, hacia Jesús, y deja que El ilumine tu camino. Lo importante no es lo que tú has soñado, sino lo que Dios ha soñado para ti. El sueño de Dios es que tú seas santo y El tiene un camino para que ese sueño se haga realidad. Ya lo descubrirás. Tú estate atento y tranquilo. Lo importante es que el sueño de Dios no se frustre”.
(Mons. Munilla).