Uno de los últimos en responder a esta pregunta ha sido el estudioso y doctor en Historia Alberto Bárcena. El profesor de la universidad CEU San Pablo, especializado en el estudio de la masonería y su relación con las medidas que se aplican actualmente en los estados y organismos internacionales abordó esta cuestión en su última.
Para él, la Agenda se trataría solo un «instrumento» más cuyo fin es la consecución definitiva de un «nuevo orden» global que sus mismos partidarios no se preocupan en anunciar «sin ningún recato».
Como uno de los mejores conocedores de la masonería en España, se muestra convencido de que la «anulación de la soberanía nacional» o la «destrucción del orden creado por el Cristianismo» que pretende esta secta «desde su origen» es el mismo objetivo que pretende la Agenda.
El historiador hizo referencia a uno de los máximos exponentes históricos de la masonería, Adam Weishaupt, quien ya mostró sus esfuerzos por «establecer un régimen de dominación universal y una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta». Aunque lejana en el tiempo, la conexión de la Agenda y esta secta «discreta» no solo es clara en los objetivos últimos -suprimir las soberanías nacionales y enfrentar el orden cristiano- sino en medidas comunes de «ingeniería social«.
Entre una resumida línea cronológica, Bárcena sugirió a los presentes profundizar en cuatro hitos «globalistas» directamente relacionados: la obra de Adam Weishaupt (1748-1830), la fundación de la Logia «iluminista» Colombia en el Nueva York de 1785, la posterior logia Rockefeller y el desarrollo de las proclamas mundialistas por parte de esta última familia hasta la actualidad.
Habiéndose sentado las bases del llamado globalismo, el momento de su implantación ideológica no tendría lugar hasta las cumbres de Naciones Unidas de Río de Janeiro, El Cairo o Pekín, ya declaradamente partidarias de «introducir la ingeniería social anticristiana». Tras un primer intento aparentemente fallido en base a la Agenda 21, esta doctrina «tenía mucho camino andado» al respecto, como el anuncio declarado del «remplazo de los diez mandamientos por los principios contenidos» en la Carta de la Tierra, en palabras de Mijaíl Gorbachov en 1997.
Pero más allá de los orígenes de esta Agenda y sus objetivos, ¿qué es lo que realmente pretende? Como núcleo central de su ponencia, Bárcena detalló los ODS más relevantes en base a su nomenclatura y descripción de fuentes oficiales y el mero observar de las políticas aplicadas en los estados.
1º Fin de la pobreza: ¿Reducción de la población?
Uno de los aspectos que llama la atención de Bárcena es que, bajo el magnánimo objetivo del «fin de la pobreza», los autores de la Agenda «nunca se han planteado implantar una verdadera solidaridad internacional» y menos «conseguir un bien común universal«.
Sin este horizonte, la alternativa inmediata para obtener el fin de la pobreza se obtiene… eliminando a los pobres. O lo que es lo mismo, «con menos población». Así, no es extraño que a países como Nigeria se les haya «condicionado la construcción de pozos, agua potable o desalinizadoras» bajo la condición de «implementar escuelas de educación sexual». Educación, agrega Bárcena, que no es tal, sino «corrupción de menores de forma directa».
2º «Hambre cero»: ¿Monopolio de los alimentos?
Para lograr eliminar el hambre, la paradoja de los autores e impulsores de la Agenda 2030 es la promoción de «multinacionales que aspiran a lucrarse con mayor rapidez» bajo el control de dos elementos, «la producción de alimentos y del agua potable».
De este modo, no extraña que «fondos de inversión» pretendan su privatización o que incluso el agua potable «cotice en bolsa», como sucede desde 2020, pudiéndose comprobar introduciendo el código NQH2O en Nasdaq. Tampoco, agrega, que en 2021 «España haya destruido 108 `barreras fluviales´ -presas-, la mitad que el resto de la Unión Europea» en el mismo periodo. Mientras los estados pierden el control del agua, los fondos de inversión han logrado que «en un año, el precio de esta se incremente en un 95,45%«, según los indicadores.
También se relaciona a los alimentos. Según las últimas medidas, los estados también parecen querer «terminar con la agricultura extensiva» bajo el pretexto de la contaminación, según se desprende de la modificación de la ley 27-2014 vigente en el BOE del 12 de mayo de 2023. Esta, dice Bárcena, ayuda a quien abandone esta práctica o elimine su aplicación pasada, pero también beneficia a quien haga desaparecer los viñedos y la producción de manzanos, plataneros, melocotones, peras, nectarinas, el azúcar e incluso la producción lechera.
3º Salud y bienestar: ¿Aborto y anticoncepción?
Un breve vistazo al tercer objetivo de la Agenda, Salud y bienestar, basta para comprender que, como anuncia el punto 3, apartado 7, solo busca «la salud sexual y reproductiva«. «¿Quién no quiere salud en cualquier aspecto?», se pregunta el profesor. El problema, dice, es que «habla del aborto seguro, de que hay que desarrollar actividades como la de Planned Parenthood para que el aborto sea seguro, que lo es relativamente».
Aplicado en la práctica, la Agenda no se limita a potenciar el aborto, sino a implantarlo, como sucede con el Informe Matic: «Contempla el aborto como derecho y algo más refinadamente perverso si cabe, que es la penalización de la objeción de conciencia, que se equipara a la dejación de una prestación de ayuda por el personal sanitario». Semejantes medidas se anuncian en el quinto objetivo, «igualdad de género«.
4º Educación de calidad: ¿Adroctinamiento?
La Agenda en su cuarto objetivo también anuncia una pretendida «educación de calidad«, lo que según Bárcena se desmiente con la aplicación en el mismo caso de España, donde se da «un adoctrinamiento por el Estado en temas como sexualidad o memoria democrática«. Se pretende «borrar la verdad, el pasado y la identidad», lo que a su juicio es «sangrante» en el conjunto europeo, especialmente en el caso de España.
9º Industria, innovación e infraestructuras: «¿La nueva revolución transhumanista?»
Tras abordar los objetivos intermedios, Bárcena se detiene en este noveno ODS que parece esconder según se desarrolla en las naciones «una nueva revolución industrial» que fomentaría, entre otros aspectos, el transhumanismo. «Ir más allá de lo humano, convirtiendo al hombre en un cruce entre la persona y el robot o incluso el injerto de embriones humanos con especies animales para conseguir un perfeccionamiento en la resistencia o en tener más defensas», argumentan.
11º Ciudades sostenibles: ¿Vigilancia, control y totalitarismo?
Un aspecto que ya comienza a implantarse bajo el modelo de las «ciudades de 15 minutos«, contundentemente contestadas por los habitantes de ciudades como Oxford, con disturbios y protestas silenciados ante la próxima imposibilidad de desplazarse de un perímetro prefijado. «¿Tendré todo lo que necesite a 15 minutos? ¿Trabajo? ¿El colegio que yo decida para mis hijos?», se pregunta. Con este objetivo, explica, lo que se pretende es el control bajo el paradigma de la «sostenibilidad»: «Al no haber movimiento, tampoco combustibles que contaminen, y no es casualidad, pues en el siguiente ODS hablan de producción y consumo, alimentos transgénicos, etc».
17º Paz, justicia y alianzas: ¿Gobierno global y Nuevo Orden?
Respecto a los dos últimos ODS, Bárcena rescata la cita de Weishaupt y otra del cardenal Müller en torno al «diabólico nuevo orden mundial» como «una pesadilla hecha realidad«. Bajo el paradigma de la paz, justicia e instituciones solidarias», explica, se da la conexión definitiva con el fin de la masonería de «una gobernanza mundial» y el «sometimiento de la población» a los dogmas de la Agenda.