Cada 13 de junio, en la festividad de San Antonio, las iglesias que llevan su nombre suelen repartir el llamado «pan de San Antonio», devoción que proviene del milagro con el que revivió Tomasito, un bebé de 20 meses. Su madre le dejo solo un rato y lo encontró poco después, sin vida, ahogado en un barreño de agua. Desesperada invocó la ayuda del santo y en su oración hizo un voto: si obtenía la gracia daría a los pobres tanto pan cuanto pesase el bebé. El hijo recobró milagrosamente la vida y nació así la tradición del «pondus pueri», una oración con la cual los padres, a cambio de protección para los propios hijos, prometían a san Antonio tanto pan cuanto era el peso de los hijos. En este milagro tiene su origen la Obra del Pan de los Pobres y después la Caritas Antoniana,las organizaciones antonianas que se ocupan de llevar comida, y artículos de primera necesidad y asistencia a los pobres de todo el mundo.
La devoción a San Antonio de Padua y la promesa de la mujer se mantienen vivas en muchas parroquias. Estas iglesias suelen tener pequeñas cajas con el lema «Para el pan de los pobres», cuyo objetivo es recaudar dinero para poder ayudar a los más necesitados.