1) Ven, Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
R: Y renovarás la faz de la tierra.
Oh, Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que valoremos rectamente las cosas según el mismo Espíritu y gocemos siempre de su consuelo. Por Cristo, nuestro Señor.
Amén
2) Secuencia de Pentecostés
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén
3) Ven, Espíritu Creador (Veni Creator)
Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que creaste poderoso.
Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano; Tú eres el dedo de su diestra mano, nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos, vencer la corporal flaqueza, en tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti Espíritu, de ambos procedente, con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
4) Oración de san Agustín al Espíritu Santo
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud.
Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén.
5) Oración del Papa Pablo VI al Espíritu Santo
Oh, Espíritu Santo, dame un corazón grande, abierto a tu silenciosa y fuerte palabra inspiradora; cerrado a toda ambición mezquina; ajeno a cualquier despreciable competencia humana; compenetrado del sentido de la Santa Iglesia.
Un corazón grande, deseoso de hacerse semejante al Corazón del Señor Jesús. Un corazón grande y fuerte para amar a todos, servir a todos, sufrir por todos.
Un corazón grande y fuerte para amar a todos, servir a todos, sufrir por todos. Un corazón grande y fuerte para superar todas las pruebas, todo tedio, todo cansancio, toda desilusión y toda ofensa.
Un corazón grande, fuerte y constante hasta el sacrificio, cuando sea necesario. Un corazón cuya felicidad sea palpitar con el Corazón de Cristo y cumplir humilde, fiel y virilmente la voluntad divina. Amén.
6) Súplica al Espíritu Santo, de san Alfonso María de Ligorio
Oh Espíritu, abogado, luz de los corazones y Padre de los pobres, amor de Dios y Santificador de la Iglesia… Dame a beber el agua de tus dones. Mi alma es tierra seca que no produce más que espinas y abrojos.
Oh fuente de agua viva, inúndame con tu caudal. No permitas que beba aguas contaminadas. Riega mi corazón en tiempo de sequía. Que el tedio no sofoque ni mate la vida que me infundes. Ven, Espíritu Santo, y lléname de tus dones.
7) Santo, santo, santo… (también de san Alfonso María de Ligorio)
¡Oh Espíritu Santo, divino Paráclito, Padre de los pobres, Consolador de los afligidos, santificador de las almas, heme aquí, postrado ante tu presencia. Te adoro con la más profunda sumisión, y repito mil veces con los serafines que están ante tu trono: ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Tú, que has llenado de inmensas gracias el alma de María e inflamado de santo celo los corazones de los apóstoles, dígnate también abrasar mi corazón con tu amor.
Tú eres un espíritu divino, fortifícame contra los malos espíritus; tú eres fuego, enciende en mí el fuego de tu amor, tú eres luz, ilumíname, hazme conocer las verdades eternas; tú eres una paloma, dame costumbres puras; eres un soplo lleno de dulzura, disipa las tempestades que levantan en mí las pasiones; eres una nube, cúbreme con la sombra de tu protección; en fin, a ti que eres el autor de todos los dones celestes: ¡ah!
Te suplico, vivifícame con la gracia, santifícame con tu caridad, gobiérname con tu sabiduría, adóptame como tu hijo por tu bondad, y sálvame por tu infinita misericordia, para que no cese jamás de bendecirte, de alabarte y de amarte; primero en la tierra durante mi vida, y luego en el cielo durante toda la eternidad.
8) Oración de san Josemaría Escrivá al Espíritu Santo
¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras…
9) Oración de santa Edith Stein al Espíritu Santo
¿Quién eres Tú, luz que me llena e ilumina la oscuridad de mi corazón? Tú me guías, igual que la mano de una madre, de la cual, si me suelto, no sabría ya dar ni un paso.
Tú eres el lugar que rodea mi ser y me acoge. Si salgo de ti, me hundo en el abismo de la nada, de donde Tú sacaste mi ser. Tú estás más cerca de mí que yo mismo y eres más íntimo que mi interior, pero sigues intangible e incomprensible, arrebatando cuanto existe, Santo Espíritu, Eterno Amor.
10) Oración corta de san Juan María Vianney
Envíame el Espíritu Santo, oh, Señor, para que me haga conocer quién soy yo y quién eres Tú.
11) Oración de Pentecostés de santa Matilde
Espíritu Santo, una vez que deseo tu venida, te suplico que realices en mí tres cosas. Con tu amor, hazme fuerte contra el mal y disponedme para todo bien. Libérame de todo temor humano y haz que, por amor a Dios, acoja con alegría toda adversidad. Te pido también que me concedas el perdón de mis pecados.
Concédeme que, consumiéndome por el fuego del amor divino, me sumerja por entero en Dios y, en esta feliz unión, me haga semejante a Él. Espíritu Santo, embriágame con el vino de tu amor, que me haga olvidar de mí mismo y despreciar toda honra y ventaja que no tengan en la mira la gloria de Dios.
Llena mi corazón de tu suavidad, de modo que ninguna alegría, ningún placer terreno puedan satisfacerme nunca. Inflámame con el amor de las cosas celestes y espirituales, de modo que aspire a Dios con todo el corazón y no tema ya a la muerte ni a ningún sufrimiento.
12) Para escuchar la voz del Espíritu
Te alabamos y te agradecemos, glorioso Señor Jesucristo, porque estás presente en medio de nosotros y en nosotros; en nosotros alabas al Padre con perfección, cocn la voz del Espíritu que nos concediste.
Te suplicamos que esta voz del Espíritu se active en nosotros por la escucha de la palabra de la Escritura, de manera digna, justa, conveniente al significado del texto, proporcional a las cosas que se nos manifiestan y pronta a reconocer en nosotros las afinidades con la enseñanza y el ejemplo que se nos propone.
Tú que eres Dios y vives y reinas por todos los siglos.
(De Card. Martini)
13) Para pedir la intercesión del Espíritu Santo
Oh Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir y cómo debo decirlo, lo que debo callar, lo que debo escribir, cómo debo actuar, y lo que debo hacer para obtener tu gloria, el bien de las personas y mi propia santificación. Amén.
(De Card. Verdier)
14) Para pedir la sanación
¡Santo Espíritu! Por intercesión de la Reina de Pentecostés sana mi mente de la irreflexión, la ignorancia, el olvido, los prejuicios, los errores; engendra en mí la sabiduría, Jesucristo Verdad.
Sana mi corazón de la indiferencia, la desconfianza, las malas inclinaciones, las pasiones, los sentimentalismos, y engendra en mí los gustos, los sentimientos, las inclinaciones de Jesús Vida.
Sana mi voluntad de la pereza, la ligereza, la inconstancia, la desidia, la obstinación, los malos hábitos y engendra en mí a Jesucristo Camino, el amor nuevo a todo lo que Jesucristo ama y al mismo Jesucristo.
Eleva sobrenaturalmente: la inteligencia con el don de entendimiento; mi saber, con el don de sabiduría; el conocimiento, con el don de ciencia; la prudencia, con el don de consejo; la justicia, con el don de piedad; la fortaleza, con el don de fortaleza espiritual; la templanza, con el amor de Dios. Amén.
15) Del ritual de la Confirmación
Dios todopoderoso, padre de nuestro señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el espíritu santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado, escucha nuestra oración y envía sobre ellos el espíritu santo defensor; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad, y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
16) ¿Cuándo creemos en el Espíritu Santo?
Cuando tenemos una esperanza total en la vida, a pesar de nuestras caídas y nuestras dudas.
Cuando se siente la desesperación y, sin embargo, se experimenta un consuelo interior que nadie nos puede quitar.
Cuando experimentamos el desgarrón de la muerte propia o ajena y la sabemos asumir con fe y esperanza.
Cuando aceptamos libremente una responsabilidad, aunque no tengamos claras perspectivas de éxito y de utilidad.
Cuando vivimos con serenidad y perseverancia la existencia de cada día, a veces amarga, decepcionante y aniquiladora, y la aceptamos por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar.
Cuando nos entregamos sin condiciones y cuando el caer se convierte en un verdadero estar de pie.
Cuando en el fondo de nuestras interrogantes y nuestros conocimientos nos sentimos abrazados por un misterio que nos acoge y nos salva y que experimentamos como el fondo más profundo y auténtico de nuestro ser.
Cuando vivimos las tinieblas del aparente sin-sentido en nuestra vida, porque esperamos una promesa que no podemos entender.
Cuando vivimos las experiencias fragmentarias del amor, la belleza y la alegría, como promesa del amor, la belleza y la alegría plena que un día recibiremos junto a Dios.
Cuando somos capaces de orar en medio de las tinieblas y el silencio, sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibamos una respuesta que se pueda razonar.
(Oración del teólogo Karl Rahner)
17) Invocaciones al Espíritu Santo
Ven, luz verdadera.
Ven, vida eterna.
Ven, misterio oculto.
Ven, tesoro sin nombre.
Ven, realidad inefable.
Ven, persona inconcebible.
Ven, felicidad sin fin.
Ven, luz sin ocaso.
Ven, espera infalible de todos los que deben ser salvados.
Ven, despertar de los que están acostados.
Ven, resurrección de los muertos.
Ven, oh poderoso, que haces siempre todo y rehaces y transformas por tu solo poder.
Ven, oh invisible y totalmente intangible e impalpable.
Ven, tú que siempre permaneces inmóvil y a cada instante te mueves todo entero y vienes a nosotros, tumbados en los infiernos, oh tú, por encima de todos los cielos.
Ven, oh Nombre bien amado y respetado por doquier, del cual expresar el ser o conocer la naturaleza permanece prohibido.
Ven, gozo eterno.
Ven, corona imperecedera.
Ven, púrpura del gran rey nuestro Dios.
Ven, cintura cristalina y centelleante de joyas.
Ven, sandalia inaccesible.
Ven, púrpura real.
Ven, derecha verdaderamente soberana.
Ven, tú que has deseado y deseas mi alma miserable.
Ven tú, el Solo, al solo, ya que tú quieres que esté solo.
Ven, tú que me has separado de todo y me has hecho solitario en este mundo.
Ven, tú convertido en ti mismo en mi deseo, que has hecho que te deseara, tú, el absolutamente inaccesible.
Ven, mi soplo y mi vida.
Ven, consuleo de mi pobre alma.
Ven, mi gozo, mi gloria, mis delicias sin fin.
(Simeón, el Nuevo Teólogo)
19) Eres el alma de mi alma…
Espíritu Santo, eres el alma de mi alma,
te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar,
cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los
deseos y al querer del eterno Padre Dios.
(P. José Kentenich)
20) Oración final de consagración al Espíritu Santo
Recibid, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.