Hoy, 17 de mayo, la Iglesia celebra a:

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  1. San ADRIÓN, mártir. En Alejandría de Egipto. (s. IV).
  2. San VÍCTOR, mártir. En Roma. (s. IV).
  3. Santos HERACLIO y PABLO, mártires. En Niveduno, Rumanía actual. (s. IV).
  4. Santa RESTITUTA, virgen y mártir. En Túnez. (304).
  5. San EMILIANO. En Vercelli, Italia. (s. VI).
  6. San PEDRO LIU WENYUAN, mártir y catequista. En Guizhou, China. Fue estrangulado en nombre de Cristo. (1834).
  7. Beata ANTONIA MESINA, virgen y mártir. Cerdeña. A los dieciséis años defendió su castidad hasta la muerte. (1935).
  8. Beata JULIA SALZANO, virgen. En Nápoles. Fundó la Congregación de Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón, para enseñar la doctrina cristiana y difundir la devoción a la Eucaristía. (1923).
  9. Beato IVÁN ZIATYK, presbítero y mártir. En Irkustk, Rusia. Redentorista. Nació en Polonia. Arrestado en 1950, fue trasladado al campo de concentración donde moriría a causa de las torturas de los guardias rojos. (1952).

Hoy recordamos especialmente a SAN PASCUAL BAILÓN

Nació en Torrehermosa el día de Pentecostés del año 1540, hijo de unos humildes labradores, Pascual Bailón e Isabel Juvera, lo que determinó su dedicación al pastoreo durante bastantes años, en los que acrecentó su piedad y aprendió a leer y escribir. A los dieciocho años, el deseo de servir a Dios le empujó hacia el Convento franciscano de Santa María de Loreto de Albatesa, en el Reino de Valencia, recientemente fundado por los reformadores de san Pedro de Alcántara; esperó un tiempo en las cercanías del Monasterio, trabajando como pastor al servicio de Martín García, quien deseaba adoptarle como hijo y legarle su gran hacienda, pero Pascual renunció a todo ello para profesar en el convento antes citado, el 2 de febrero de 1564. Pasó por diversas casas y, aunque sus superiores deseaban que accediera al sacerdocio, prefirió permanecer como hermano lego y desempeñar humildes oficios de jardinero o portero.

En 1576, el padre provincial necesitó enviar ciertos comunicados al general de la Orden, Cristóbal de Cheffontaines, que se encontraba en París, y encargó de la misión a fray Pascual, que atravesó toda la Francia calvinista empresa que le llevó al borde de la lapidación en Orleans. Pese a todas las calamidades, cumplió satisfactoriamente su misión, aunque regresó con numerosas cicatrices y dolores que le acompañaron siempre.

Entre 1589 y 1592 vivió en el convento de Villarreal, y murió un día de Pentecostés, el 17 de mayo de 1592. Su fama de santidad, que ya había tenido en vida, atrajo a numerosos fieles y entre los prodigios que se le atribuyeron hay uno en su propio funeral, pues en la misa se le vio abrir los ojos en el momento de la elevación de la hostia. Sus restos se conservaron en el convento hasta el año 1936 en que desaparecieron.