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- Consagrarse así a Jesús por María es poner en manos de María nuestras buenas obras, que, aunque parezcan buenas, están muchas veces manchadas y son indignas de que las mire y las acepte Dios, ante quien no son puras las estrellas.
Roguemos a nuestra buena Madre y Señora que purifique nuestro pobre presente, que lo santifique, que lo suba de punto, de lo embellezca, que lo haga digno de Dios.
Todas las rentas de nuestra pobre alma, para el Padre de familia de Dios, son menos de los que sería para un rey la fruta estropeada que para pagar su arriendo le presentar un pobre siervo a su majestad.
¿Qué haría este pobre hombre si fuera listo y tuviera cabida con la reina? Pues que ella quitaría la fruta estropeada de la fuente y la pondría en bandeja de plata rodeada de flores. Y el rey la recibiría sin inconveniente alguno.
Hay que ofrecer a todo por manos de María.