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Muchas luces necesitaría yo para describir la excelencia de esta práctica; sólo de corrida tocaré algunos puntos.
- El entregarse así a Jesús por María es imitar a Dios Padre, que no nos ha dado a Jesús sino por María; es imitar a Dios Hijo, que no ha venido a nosotros sino por María, y como nos ha dado ejemplo para que según hizo El hagamos nosotros, nos ha invitado a ir a El por el mismo camino que El ha venido, que es María: es imitar al Espíritu Santo, que n o nos comunica sus gracias y dones, sino por María.
- Ir de este modo a Jesús por María es verdaderamente honrar a Jesucristo, pues es dar a entender que, por razón de nuestros pecados, no somos dignos de acercarnos directamente ni por nosotros mismo a su infinita santidad, y que nos hacer falta María, su Santísima Madre, para que sea nuestra abogada y mediadora con nuestro mediador que es El. Esto es al mismo tiempo acercarnos a El como medianero y hermano nuestro y humillarnos ante El, como ante nuestro Dios y nuestro Juez; es, en una palabra, practicar la humildad, que arrebata siempre el corazón de Dios.