Benedicto XVI estableció unos ‘valores no negociables’ de la política católica: vida, familia, patria potestad, verdad y bien común.
Dentro de unos días, a fin de mes, tendremos elecciones municipales y regionales. ¿Cómo debemos comportarnos los católicos ante este acontecimiento?
El Concilio Vaticano II nos afirma: «Recuerden, por tanto, todos los ciudadanos el derecho y al mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común» (Gaudium et Spes nº 75). El no votar, salvo que haya razones bastante serias, es por tanto una irresponsabilidad.
El cristiano tiene que ser consciente que es una incongruencia ser cristiano y tratar de vivir como tal y por otra parte emitir mi voto prescindiendo de mi fe como si fuese ateo. El Magisterio de la Iglesia, en múltiples ocasiones, nos ha dado orientaciones sobre cómo debemos actuar, si bien el texto que más me gusta es el de Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, cuando afirma que la vida cristiana «exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables» (nº 83).
Es decir, los valores primordiales que hemos de defender son la vida, la familia, la patria potestad, la verdad y el bien común.
La vida humana se ve amenazada, en su origen, por el aborto y el infanticidio, a los que el Concilio Vaticano II califica de crímenes horribles, «nefanda crimina» (cf. Gaudium et Spes nº 51); así como por la eutanasia , «moralmente inaceptable» y «homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2277); y también por el terrorismo, sobre el que nuestros obispos dicen en su instrucción Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias (2022): «Es necesario aclarar que nunca puede existir razón moral alguna para el terrorismo. Quien, rechazando la actuación terrorista, quisiera servirse del fenómeno del terrorismo para sus intereses políticos cometería una gravísima inmoralidad» (nº 14). «No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público» (nº 15). Todo esto está condenado también por el Quinto Mandamiento.
En cuanto a la familia, es una institución creada por Dios y la más conveniente para la reproducción humana y la sana educación de los hijos. Por ello, la ideología de género la combate e intenta destruirla. Recuerdo que un compañero de colegio me preguntó que qué era la ideología de género. Le contesté: «Algo que te permite acostarte con cualquier persona menos con una, tu esposa». Y es que, según esta ideología, el marido en el matrimonio hace de burgués capitalista opresor y la mujer de proletaria oprimida.
Y como esta ideología es totalitaria y antidemocrática, la educación de los hijos no pertenece a los padres sino al Estado, que en nombre de una libertad sin límites y de una sexualidad al servicio únicamente del placer da paso a una corrupción total desde la más tierna infancia. Y no sólo esto, sino con leyes como la Ley Trans, se roba a los hijos a sus padres si éstos intentan protegerlos y evitarles daños irreparables. En cuanto a los médicos que intenten cumplir con su deber profesional, pueden encontrarse con unas multas feroces e incluso privados del ejercicio de su profesión.
La condena de la ideología de género se encuentra en San Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor nº46, en Benedicto XVI en su discurso a la Curia Romana del 21 de diciembre de 2012, y en el Papa Francisco en la Encíclica Laudato si nº 155, así como en la exhortación apostólica Amoris Laetitia números 53, 56, 153, 155, 251 y 286 y también en su reciente viaje a Hungría. Personalmente no entiendo cómo se puede ser católico y votar a favor de la ideología de género
Tampoco debemos votar a los partidos descaradamente enemigos de la Iglesia.