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No tenemos dato alguno para negar la narración de los Hechos de los Apóstoles, a no ser que se juegue con el simbolismo del número “cuarenta días” (Hch 1, 3). Por el contrario, el mismo estilo de ese breve prólogo da a entender la veracidad de ese dato.
Por otra parte, la narración sucesiva de las Apariciones y de los distintos hechos narrados muestra que la Ascensión de Jesús no fue de inmediato. No. San Juan, por ejemplo, cuanta cómo la aparición a Santo Tomás fue “pasados ocho días” después de la primera aparición a los Apóstoles (Jn 20, 26). Por otra parte, las enseñanzas que les impartió después de su resurrección, tal como testifican todos los evangelistas, hacen creer que no fueron todas impartidas de inmediato en una “sola sesión”, sino que habrán tenido lugar en días y circunstancias diversas y sucesivas.
Cabría añadir una razón más de por qué hubo de manifestarse resucitado sucesivamente antes de despedirse de su estancia terrena: es la humanidad entera la que estaba necesitada de esta nueva presencia para asegurarse que había resucitado, con lo que manifestaba la realidad de su victoria sobre la muerte y así probaba al hombre que la muerte NO ES EL ÚLTIMO ESTADIO DE LA VIDA HUMANA. Por ello, en la vida de Cristo, RESURRECCIÓN-ASCENSIÓN están íntimamente unidas: SON UN ÚNICO HECHO SALVÍFICO.
SEGUIREMOS…