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- Las Apariciones: es el argumento definitivo. El hecho tiene todas las garantías.
Los Apóstoles no lo esperaban, por lo que les coge desprevenidos; más aún, los textos bíblicos subrayan no solo sus dudas, sino que, al verle, “no creyeron” (Mc 16, 11), por lo que Jesús les reprende (Mc 16, 14). Se les aparece en situaciones bien diversas, ajenas a cualquier alucinación. Asimismo, Jesús se manifiesta en circunstancias que fácilmente se pueden constatar: les quita toda clase de dudas sobre su corporeidad (Lc 24, 39; Jn 20, 20); Santo Tomás acerca sus dedos a sus llagas (Jn 20, 24); come con ellos (Lc 24, 41-42; Jn 21, 11-13), les da instrucciones para su futuro ministerio (Mt 28, 18-20; Mc 16, 15- 18; Jn 21, 17-19), en su presencia realiza la pesca milagrosa (Jn 21, 6-1); les repite los argumentos de que así estaba profetizado (Lc 24, 25-29. 44-45).
Finalmente, la Aparición a más de quinientas personas quita cualquier duda sobre la posibilidad de una alucinación colectiva (1Cor 15, 5-6).
SEGUIREMOS…