LITURGIA DE LA LUZ: en una civilización que desconocía la luz eléctrica, encender las lámparas al anochecer era una necesidad. La liturgia judía confirió carácter religioso a este gesto utilitario, bendiciendo la luz que se encendía para celebrar los oficios vespertinos.
Poco a poco, la bendición de la luz fue enriqueciéndose con oraciones, himnos, etc. hasta formar un verdadero LUCERNARIO.
La liturgia de la luz de la Vigilia Pascual se sitúa en este contexto de lucernario.
El lucernario actual consta de las siguientes partes: BENDICIÓN DEL FUEGO – BENDICIÓN DEL CIRIO – PROCESIÓN – PREGÓN PASCUAL.
Bendición del fuego: una vez que se ha encendido el fuego, en un lugar adecuado fuera de la Iglesia, el sacerdote lo bendice usando una oración que hace referencia a la Muerte y a la Resurrección de Cristo, como portadoras del fuego de la Luz de Dios: Cristo es Luz.
Bendición del Cirio: el cirio no es considerada como un objeto sino como una “persona”. Es encendido del fuego para simbolizar la nube luminosa del Éxodo y el Cuerpo Glorioso de Cristo.
En él se graban la fecha del año en curso y una alfa y una omega que significa que Cristo atraviesa todo el tiempo, desde el principio hasta el fin.
Los granos de incienso, que se incrustan después, significan las llagas de Cristo, símbolos de luz.
La Cruz que se graba es símbolo de la humanidad de Cristo, pues es el signo de su muerte.
El alfa y el omega equivalen a la naturaleza divina; el año expresa el tiempo que ha transcurrido desde el primer suceso pascual; el cirio encendido con el fuego simboliza a Cristo resucitado que disipa las tinieblas del corazón y del espíritu.
La Procesión: a la bendición del cirio sigue la procesión hacia la Iglesia. Durante ella, se canta la antífona “Luz de Cristo”, y se encienden los cirios de los asistentes. Esta procesión recuerda la de los hebreos siguiendo a la nube. Los cirios encendidos manifiestan que los cristianos son hijos de la luz.
Pregón pascual: seguidamente, tiene lugar el pregón pascual. El formulario es conocido como el “Exultet”, por ser ésta la palabra inicial de una pieza escrita por San Ambrosio.
Es una composición de alabanza al Cirio Pascual y de acción de gracias por el beneficio de la luz. Con un estilo muy literario y a través de imágenes poéticas, se describe el significado espiritual de la luz en la noche iluminada por la Resurrección de Jesucristo, aludiendo a las grandes etapas salvíficas. No tiene una línea continua, pues el autor se dejó llevar de la emoción rompiendo las frases con fuertes aclamaciones.