- San IRENEO, obispo y mártir. En Panonia. En tiempo de Maximiano fue atormentado, encarcelado y decapitado. (s. IV).
- San EUTIQUIO, obispo. En Constantinopla. Presidió el Concilio II de Constantinopla. Defendió enérgicamente la fe ortodoxa. Padeció un largo exilio. (582).
- Santa GALA, viuda. En Roma. Tras fallecer su marido vivió cerca de la iglesia de San Pedro durante muchos años, entregada a oración, a limosnas, a ayunos y otras obras santas. Su tránsito lo describió San Gregorio Magno. (s. VI).
- San WINEBALDO, abad. En Troyes, Francia. Preclaro por su austeridad. (620).
- San PRUDENCIO, obispo. En Troyes. Preparó un compendio del salterio para los que tenían que viajar; recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina monástica. (861).
- Beato NOTKERO BÁLBULO, monje. En Suabia, Alemania. Pasó casi toda su vida en el cenobio de San Gallo. Grácil de cuerpo, pero no de ánimo, tartamudo de voz, pero no de espíritu, fue firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, en la lectura, en la meditación y en la escritura. (912).
- San FILARETE, monje. En Calabria. Célebre por su vida entregada a la oración en el monasterio de San Elías. (1070).
- San GUILLERMO, abad. Isla de Eskyll, Dinamarca. Fue desde el cenobio de Canónigos Regulares de París a Dinamarca a restaurar la vida regular en medio de muchos obstáculos. (1203).
- Beata CATALINA de PALLANZA, virgen. En Lombardía. Junto con varias compañeras llevó vida ermitaña bajo la regla de San Agustín. (1478).
- San PABLO LÊ BAO TINH, presbítero y mártir. En Tonkín, Vietnam. Ya clérigo permaneció en la cárcel largo tiempo. Luego, ordenado presbítero, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana. Encarcelado de nuevo, en tiempo de Tu Duc, fue decapitado. (1857).
- Beato CEFERINO AGOSTINIA, presbítero. En Verona. Se dedicó al ministerio de la predicación, a la catequesis y a la formación cristiana. Trabajó para ayudar a la juventud, a los pobres, a los enfermos. Instituyó la Pía Unión de las Nuevas Ursulinas Hijas de Santa María Inmaculada. (1896).
- Beato MIGUEL RUA, presbítero. Turín. Propagador eximio de la Sociedad de San Francisco de Sales. (1910).
- Beata PETRINA MOROSINI, virgen y mártir. En Bérgamo. Al regresar a su casa con 26 años, defendió su virginidad que ya había entregado a Dios ante un joven. Fue herida de muerte en la cabeza. (1957).
Hoy recordamos especialmente a SAN PEDRO DE VERONA
San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.
Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada Orden de Predicadores.
Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.
Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.
Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que siempre fue hombre de diálogo.
Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las «Asociaciones de la fe» y la «Cofradía para la alabanza de la Virgen María». Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida de comunidad
Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración… Un día se desahoga ante un crucifijo: «¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?». Cristo Crucificado le dice: «Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?». Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.
El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.
Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.
Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de 40 libras (moneda de Milán). Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo «CREO». Es el protomártir de la orden dominicana.