TERCERA PARTE
CAPÍTULO I
EL TRABAJO
Santificación del trabajo
- ¿Es importante la virtud de la laboriosidad?
Es importante la virtud de la laboriosidad, porque un pueblo que trabaja realizando sus tareas día tras día con alegría y seriedad, ganando el pan para el sustento de sus hijos, produciendo bienes y servicios para sus conciudadanos y, de esta manera, llevando gradualmente a la perfección un mundo que ha sido creado por un Dios bondadoso y misericordioso, es un pueblo que agrada a Dios y cumple su voluntad
- ¿Al trabajar el hombre colabora con la Redención?
Al trabajar el hombre colabora con la Redención de Jesucristo, para liberar a los hombres del pecado, porque si nos esforzamos en cumplir nuestras obligaciones personales para realizarlas con sacrificio y perfección humana –contando con el auxilio de la gracia divina-, nos hacemos corredentores a la luz del misterio de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo Salvador.
- ¿Se puede construir con el trabajo el cielo nuevo y la tierra nueva?
No se puede construir con el trabajo el cielo nuevo y la tierra nueva, misión reservada a Jesucristo, Dios y Hombre perfecto, que entregará el universo restaurado y reservado a nuestro Padre Dios, por lo que esta labor será obra de Dios y no de los hombres. Pero iluminada la vida por la luz de la fe cristiana, es más viable que los hombres seamos capaces de fomentar una cultura de la verdad, que anime a la construcción de una civilización del trabajo, que sea a la vez una auténtica civilización del amor.
Este ideal tendrá necesariamente innumerables posibilidades de realización concretas, según el genio creador de los hombres, dando en la práctica múltiples formas sociales en los distintos lugares y tiempos a los variados pueblos que habitan la Tierra.