Continuando con lo de ayer, entendemos que frente a la Tradición custodiada por los Santos Padres, recibida de los Apóstoles y sus sucesores, se va extendiendo asimismo las tradiciones esotéricas presuntamente apostólicas, que generarían una peligrosa confusión en las comunidades cristianas de los siglos II y IV.
Gracias a los escritos de los Padres conocemos a los fundadores de varias sectas gnósticas, como SIMÓN, “EL MAGO” (el primero en iniciar una tradición gnóstica, según San Irineo), CARPÓCRATES, BASÍLIDES, CERINTO y, especialmente, VALENTÍN.
Éste fue un prestigioso intelectual que creó un elaboradísimo sistema doctirnal gnóstico, que explicaba de un modo global la COSMOGONÍA, la COSMOLOGÍA, la TEOLOGÍA, la ANTROPOLOGÍA, la SOTERIOLOGÍA, y la VIDA MORAL Y ESPIRITUAL.
Así, la ‘gnosis valentiniana’ se convirtió el veneno más tóxico de todas las corrientes gnósticas. A ese prestigio contribuyó el hecho de estar en Roma a mediados del siglo II, y la continuidad de su tradición en discípulos más o menos cercanos como Tolomeo, Teodoto y Heracleón.