Esta literatura ha tenido bastante protagonismo en la vida de la Iglesia durante los siglos II y V. Y siempre ha despertado curiosidad.
‘Apócrifo’ significa algo que está escondido, alejado, oculto a la mirada del público común.
Se llama ‘escritos apócrifos’ en concreto a aquellos libros, que, siendo similares a los inspirados de la Sagrada Escritura, ‘escritos canónicos’, tienen un AUTOR y ORIGEN DESCONOCIDO. Por ello, además, quedaron fuera del canon.
No son, pues, libros sagrados.
Aunque son ANÓNIMOS, suelen llevar como autor a algún apóstol (!), con la intención de tener así antigüedad y autoridad apostólica, de modo que pudieran ser tenidos más en cuenta.
Así ocurrió, especialmente, con los llamados ‘evangelios apócrifos’, esto es, libros redactados con una forma literaria similar a la de los Santos Evangelios, pero atribuidos FALSAMENTE a figuras como Pedro, Felipe, Tomás, Santiago e, incluso, Judas Iscariote.
Los casi veinte evangelios de estas características que se conservan hoy forman sólo una pequeña muestra del intenso pulular de evangelios de uno y otro signo que se dio en los comienzos del cristianismo.
SEGUIREMOS con tema tan interesante…