Antes de su muerte, alrededor del año 150, el obispo de Hierápolis tuvo tiempo de escribir el primer comentario que conocemos a los Santos Evangelios, “Interpretación de las palabras del Señor”.
Dentro de la Iglesia, es el PRIMER libro dedicado a la EXÉGESIS del Nuevo Testamento del que nos han llegado referencias, aunque apenas se conserva su contenido.
Se han conservado, eso sí, dos referencias muy importantes a los Evangelios de San Mateo y de San Marcos, que han tenido gran interés en la investigación histórica sobre los Evangelios.
De San Mateo nos dice que ESCRIBIÓ ORDENADAMENTE EN HEBREO LOS DICHOS DEL SEÑOR, y de San Marcos atestigua que TRANSCRIBIÓ CON TOTAL FIDELIDAD LA ENSEÑANZA DE SAN PEDRO.
Estas dos referencias, tan importantes por su importancia histórica, son signo ELOCUENTE de cómo ya a mediados del siglo II, poco tiempo después de la conclusión del Evangelio de San Juan, el último en redactar, la Tradición había reconocido ya los cuatro Evangelios canónicos como los que reflejaban verdadera y autorizadamente la Buena Nueva de Jesucristo.