33. SAN JERÓNIMO – II

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Desde que se bautizó, permaneció siempre vinculado espiritualmente a la iglesia de Roma, aunque abandonó pronto la ciudad.

Pretendía una carrera brillante junto al emperador Valentiniano I, a quien acompañó a la Galia y a Tréveris.

Sin embargo, en algún momento conoció la vida monacal y quedó admirado

Lo dejó todo, igual que los antiguos mártires. Se entregó a Cristo consagrándose a la vida monástica.

Partiría hacia Oriente, entre los años 372 y 374; llegaría a Antioquía de Siria, y allí empezó una dura experiencia de vida ascética en el desierto de Calcis.