28. SAN GREGORIO DE NACIANZO – V

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Siguiendo la estela de San Atanasio y San Basilio, San Gregorio va elaborar un lenguaje sobre el Espíritu Santo diciendo que es ‘homousios’ (consustancial) al Padre como lo es el Hijo, y, mientras que éste es engendrado por el Padre, ‘gennesis’, el Espíritu Santo procede, ‘ekpóreúsis’ del Padre.

Con estas aportaciones, San Gregorio va preparando el siguiente Concilio Ecuménico, Constantinopla.

Con el ascenso de Teodosio y el triunfo de la fe nicena, San Gregorio es nombrado obispo de Constantinopla, y presidente del concilio celebrado allí en el 381.

En ese concilio se cierra la crisis arriana, completando el proceso de clarificación de la fe trinitaria que se había iniciado en Nicea.

Como fruto, se promulga el Símbolo que se llamará niceno-constantinopolitano.

En este Símbolo se resume magistralmente todo este proceso, de modo que será piedra angular de la fe y de la liturgia para las iglesias.